"A LA SOMBRA DEL CARDENAL"Por Hubert Matos Araluce.

jueves, 3 de junio de 2010

 
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martes 1 de junio de 2010

Las conversaciones entre Raúl Castro y los representantes de la Iglesia Católica sobre la libertad de los presos políticos dieron origen a especulaciones acerca del inicio de una etapa de flexibilización del régimen imperante en Cuba. El periódico oficial Granma, al informar acerca de estas reuniones, puso en evidencia el interés oficial en alimentar tales conjeturas.

Como resultado de esas conversaciones, se informó que las Damas de Blanco podrían desfilar por la Quinta Avenida. Desde entonces las turbas “espontáneas”, vulgares y violentas, parecen haber desaparecido del escenario habanero como por arte de magia.

Un desfile por la Quinta Avenida, una zona de extranjeros y embajadas, alejada de los cubanos de a pie, es una ventaja para la tiranía. Da una impresión de tolerancia, mientras evita que las Damas de Blanco entren en contacto con la población. Entretanto, en otras partes de la isla, con menos exposición a la prensa extranjera, el acoso ha continuado.

Como parte de las negociaciones, la dictadura condicionó la liberación de un grupo de presos a que las Damas de Blanco desfilaran sin las Damas de Apoyo; éstas son cubanas que no tienen presos en las cárceles, pero acompañan a las primeras por solidaridad. El chantaje fue rechazado por las Damas de Blanco. La tiranía teme que a las Damas de Apoyo se sumen más mujeres del pueblo.

Para demostrar flexibilidad se anunció que los presos enfermos serían trasladados a hospitales – donde debían estar- y llevados a sus provincias de origen. En un país donde el salario promedio es de $17 mensuales y el transporte es un desastre, mantener a los presos en otras provincias ha sido parte del castigo contra ellos y su familiares.

Se trata de concesiones limitadas y condicionadas, contra un telón de fondo de represión y tiranía.

Los apologistas del castrismo fuera de Cuba, como el Canciller español Miguel Angel Moratinos, han utilizado esta maniobra de Raúl Castro con la Iglesia para insistir en que esta es la política correcta para lograr concesiones, en lugar de la presión y las penalidades. Si algo demuestra la presente circunstancia es lo equivocado que está el gobierno español.

Si no hubiera sido por el sacrificio de Orlando Zapata, la disposición de Guillermo Fariñas de entregar su vida por la libertad de los presos y la determinación de las Damas de Blanco, la tiranía no se habría sentido en la necesidad de montar un espectáculo para prometer limitadas concesiones a un pequeño grupo de presos enfermos.

Nadie en el mundo que se considere un demócrata debe aceptar otra cosa que la liberación de todos los presos políticos cubanos, la eliminación de la represión policiaca y la revisión de las causas de todos los demás presos. Exigir menos que un Estado de Derecho en Cuba es una burla al pueblo cubano y equivale a hacerle el juego a la tiranía.

Publicado por Huber Matos Araluce

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