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lunes, 2 de agosto de 2010

 
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(Jose Alberto Alvares Bravo;Periodista Independiente)


El chirriar de los goznes.
Por Jose Alberto Alvares BRavo.

No hay suceso, salido de la funesta artesa de la dinastía Castro, que no origine las más encontradas opiniones. La liberación de un grupo de disidentes encarcelados durante la Primavera Negra no podía ser la excepción.


Si alguien apoya la flexibilización de algunas aristas del embargo, el clamoreo en sentido contrario lastima los oídos de la tolerancia y del respeto a la opinión discrepante. El meollo de la democracia no se da silvestre como la verdolaga.


El régimen del General Sin guerras se ha visto obligado, por presiones muy superiores a su capacidad de resistencia, a liberar a los prisioneros de la Causa de los 75, como preámbulo a la excarcelación del resto de los castigados. Ante este hecho, que está en la mira del mundo, -y al que portentosas plumas dedican amplia cobertura- mi decisión de no pronunciarme cedió ante la interpelación de mi colega Osmar Laffita. Como la curiosidad de mi amigo me obligó a discernir sobre el tema, haré uso de mi derecho “a pensar y hablar sin hipocresía”.


En la gran prisión en que el castrismo ha convertido a nuestra patria, las puertas tapiadas de las celdas de castigo solo se abren para acoger o despedir a los represaliados. Mientras estas puertas permanecen abiertas, las celdas se oxigenan, y un fugaz raudal de luz inflige su efimera derrota al reino de las sombras. El chirrido de los goznes es la única conexión entre la vida en libertad y la no vida del encierro.


La puerta siempre se abre en igual forma, lo que cambia es el sentido del movimiento de las víctimas. Entrar o salir, he ahí la cuestión.


Cuando el chirriar de los goznes da paso a nuevos condenados, mi corazón se consterna, a pesar de hallarme emocionalmente preparado para las peores contingencias; pero cuando contribuye a la reducción de la cifra de penados, no puedo menos que asumirlo como música, con perdón de los que sientan otra cosa.


Jugarreta del régimen para ganar tiempo, señales (falsas) de una repentina voluntad de cambio, necesidad de aliviar la presión que gravita sobre su maltrecha imagen, lo que sea, pero lo cierto es que los presos están saliendo de las cárceles, y eso siempre es preferible a que sigan entrando cubanos a las ergástulas castristas.


Libertad sin destierro, despenalización de la discrepancia política, respeto a los derechos humanos, pluralismo y tolerancia, siguen siendo nuestras irrenunciables metas, pero, de inmediato, la excarcelación de nuestros hermanos de lucha no admite posposiciones.

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