"NUESTROS MAMBISES OPINAN DESDE LA HABANA"Por Jose Alberto Alvarez Bravo.Periodista Independiente.

jueves, 16 de junio de 2011

(Foto de Archivo)

"LA UNIDAD POSIBLE"


El momento presente puede ser crucial para el destino de Cuba. El gobierno de los hermanos Castro, después de cincuenta y dos años de poder ininterrumpido, da muestras de agotamiento. Nunca como ahora ha sido más imprescindible y urgente la unidad de la resistencia anticastrista.
No es necesario decir que esta es una verdad de Perogrullo. Tantas son las veces que la palabra unidad ha sido mencionada, que si se gastara con el uso ya no existiría.
Incontables son los intentos de unir las huestes, e incontables también los fracasos acumulados.
¿Puede alguien mencionar las causas de estos fracasos? Hay que atreverse, e intentarlo.
Tanto con Reinaldo Escobar, como con otros muchos que se han manifestado sobre el tema, coincido en que el desmedido y enfermizo afán de protagonismo de casi todos los disidentes es la piedra angular de esta anomalía.
La unidad alrededor de personalidades no dará ningún resultado diferente al de anteriores intentos, por lo que se impone cambiar el fallido esquema sobre el que se han fundamentado todos los esfuerzos unitarios emprendidos hasta le fecha. Mi modesta opinión, -que no otra cosa son estas líneas- es que necesitamos cambiar este esquema.
Tradicionalmente, el esquema de unificación de la resistencia anticastrista ha sido la colocación de una figura mediática, descollante, reconocida, en el epicentro del esfuerzo unificador, con el resto de los elementos constitutivos a su alrededor en condición subalterna. Estructura piramidal. Reproducción mínima de la estructura castrista: Comandante en Jefe, ordene.
Nuestra primera prioridad debiera ser la inmediata erradicación de este esquema mental.
En el epicentro de un esfuerzo unificador serio, con ciertas posibilidades de progresión, no debe colocarse ninguna figura, ninguna persona física, por grandes y sólidos que sean sus méritos y fama. En este epicentro solo debe caber el propósito común de cambiar, de una vez y por todas, nuestra realidad nacional, y a su derredor, todos en condición de iguales. Nadie vale más, nadie vale menos. Quien lleva veinte años sirviendo la causa, y quien, dubitativo y temeroso, se acerca por vez primera a los predios disidentes. Desinterés, horizontalidad, sentirse humilde servidor de la gran causa, debe ser la nueva mentalidad de la sociedad civil, tanto al interior de Cuba como en el exilio. Cambiemos para cambiar.
Experiencia y veteranía, mayores conocimientos y dedicación, no deben justificar un sentimiento de superioridad sobre bisoños y desconocidos.
La experiencia de 1959 debe sernos suficientemente aleccionadora.

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