Partisanos contra el poder.Publicado por Luis Felipe Rojas en su Blog,CRUZAR LAS ALAMBRADAS.

domingo, 27 de noviembre de 2011




Acaban de regalarme una copia del documental Partisanos de la música. Además de su impecable factura en la búsqueda de caminos para descubrirnos el objetivo del documentalista hace un acercamiento valioso a un grupo de rock en Bielorrusia. Son chicos underground que han decidido a fuerza de detenciones y golpizas abrirse pasos entre los militares y mostrarse a su pueblo, mostrar una sinfonía roquera que les ofrezca una brecha para la esperanza en medio de una férrea dictadura. Miroslav Dembinski puso hace un par de años este material a los ojos de los espectadores y los cubanos que hoy vemos su obra no podemos evitar comparaciones.

Los espacios públicos bielorrusos, como los cubanos, son ocupados por la milicia para impedir manifestaciones de descontento, solicitud de permisos para ofrecer un espectáculo callejero, acabar con las protestas a golpes de porrazos y llevar a músicos y públicos hacia las unidades policiales. Son métodos que se funden unos con otros para redondear el retrato de una dictadura y otras a miles de kilómetros de distancia pero cercanas en el pretexto de conculcar los derechos fundamentales de la ciudadanía. En Cuba ni el grupo de punk Porno Para Ricardo ni los raperos Aldeanos, Eskuadron Patriota y otros similares con acertadas tendencias de ser irreverentes y contestatarios han gozado de impunidad. Las letras de Aldo Padrón, Ciro y Gorki Águila son dardos contra la censura. Los performance de Tania Bruguera, las instalaciones artísticas de José Ángel Vincenth, de manera silenciosa pero sostenida, así como escritores y algunos artistas independientes pueden enamorar a un público mayoritario más temprano que tarde.

En el documental Partisanos de la música un candidato de la oposición al temible Lukashenko sube al escenario y comparte la irreverencia de unos roqueros con el pelo pintado de fucsia, sin sospechar de nadie, sin atacarles el atrevimiento solo para que junto al público enardecido le ayuden a gritar “bienvenidos, soy el futuro de Bielorrusia”, un silogismo que no nos vendría nada mal.

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