viernes, 28 de enero de 2011
Una década después de la alharaca de que seríamos ‘el país más culto del mundo’ han comenzado las primeras amenazas de desmontar el viejo aparato de la cultura masificada en Cuba. Ese engendro que llevó a hacer soñar a miles con las pretensiones de un arte socialista, masificado hasta los extremos de crear módulos culturales que nada aportaban ya que estaban hechos desde el servilismo, la propaganda y la más rancia ideología, esa que solo atina a obtener la reverencia del súbdito ante el monarca, están dándonos su adiós.
Los planes de recortes presupuestarios han tocado las puertas de la cultura local en Cuba y las provincias del interior son las más perjudicadas. En Holguín los conocidos Premios de la Ciudad, un evento que se realiza en el marco de la Jornada de la Cultura cada año, esta vez ha dejado de ofrecer el monto económico para los concursos en todas las especialidades: Artes Plásticas, Escénicas y Literatura (en todos sus géneros). De manera que el ganador del Premio de Poesía en esta ocasión tendrá que conformarse con una estatuilla de madera, un diploma de cartulina y esperar que el plan editorial territorial le publique el libro para obtener alguna pecunia por concepto de derecho de autor.
El sistema nacional de Casas de Cultura ha lanzado también su plan de despidos o la nómina de ‘personal disponible’, el aparato ideológico ha prohibido llamar desempleados a aquellos que se van a quedar sien empleo, así de simple. En Cuba se conoce como Módulos culturales aquel conjunto de instituciones locales al servicio de la cultura que está compuesto por una Casa de Cultura (para manifestaciones como Teatro, Música, Danza, Artes Plásticas y Literatura), un Museo, una Librería, un Cine y una Dirección Municipal. Con tal engendro burocrático, pequeños pueblos como San Germán, Songo-La Maya o Vertientes han llegado a tener más de cien ‘especialistas’, analistas, programadores, Instructores de Arte, económicos, contables, celadores, directores, sub-directores, directores artísticos, promotores culturales, bibliotecarios, informáticos y cuanta plaza se les ocurrió crear para el empeño de ser ‘el país más culto del mundo’, pero descuidando la atención al talento aficionado local, a tal punto que puede haber un centenar de empleados en la cultura y no llegan a veinte los músicos, teatristas y artesanos integrantes del talento local de un minúsculo municipio. Ahora llegan los recortes y en los sectoriales municipales de Holguín sobran alrededor de treinta en cada uno de ellos.
Mientras lanzo estas notas más allá de las alambradas me llega una noticia de desaliento y alerta. Una veintena de jóvenes escritores se preparan en Holguín para partir a los cerros venezolanos, a repartir sus versos, a compartir sus herramientas de trabajo con los hijos de Bolívar. Y no está mal, pero seguimos siendo Candil de la calle y oscuridad de la casa. En los momentos en se dejará de ofrecer unos míseros mil pesos cubanos al novelista o poeta que obtenga el Premio de la Ciudad, el Ministerio de Cultura se apresta a la invasión cultural en los cerros de Caracas. Siguen jugando con la ilusión de un grupo de muchachos que irán a una aventura por traer un móvil, pescar un buen amigo que les ayude a comprar unos trapos, un cacharro electrónico y traer unos mil dólares para comprarse un lap top al regreso. ¿Por qué vas si no quieres?, le dije a uno que ahora recibe un seminario de Cultura Popular y la respuesta fue que para matar el tedio, ‘por salir de esta olla de presión un rato’. Aún somos un país donde escasean los buenos libros, adonde no llegan los mejores suplementos culturales, embastados en diarios como El País y El Mundo, donde los cines continúan destartalados y donde ver una buena función de ballet o danza contemporánea te puede costar el salario de un mes, como acusaba hace unos días un periodista oficial.
Centenares de llamados ‘promotores’ de la cultura partirán en breve para Venezuela, y al regreso de tres meses muchos habrán engrosado las filas del desempleo. Decenas de agrupaciones musicales acaban de ser puestas de paticas en la calle producto de la más feroz reducción de plantilla de la que se tenga noticia. Solo en contadas ocasiones se pueden ver filmes en 35 mm de mediana calidad; eventos culturales como La fiesta del Fuego, en Santiago de Cuba o las Romerías de Mayo, en Holguín han reducido su interés a la escasa participación extranjera y muy poco del talento nacional. Son las apuestas de quien prefirió hacer de la cultura, espada y no escudo de la nación.
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