La corrupción como pan del día en la isla de Cuba." Por Mauricio Llaver

miércoles, 9 de febrero de 2011

 
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Salvo para algunos fanáticos enceguecidos por la ideología, la economía de Cuba es claramente un fracaso histórico. Y si hacía falta algo para corroborarlo, allí están las reformas económicas de Raúl Castro, un "ajuste" clásico y necesario para un sistema que no funciona.

Poner en marcha las reformas significará dejar sin empleo estatal a cientos de miles de personas. Pero el tema no acaba allí. Porque también les privará de la posibilidad de robarle al Estado, en un sistema donde esa práctica es casi la única manera de sobrevivir.

Y como el Estado controla todo, es al único al que se le puede robar.

Por si alguna duda quedaba de la escala de la corrupción en Cuba, Wikileaks acaba de revelar unos cuantos detalles al respecto, al publicar documentos secretos de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

La conclusión básica es que, según El País de Madrid (uno de los cinco diarios mundiales con acceso a los documentos), "la corrupción en Cuba ha avanzado hasta tal punto que se ha convertido en un fenómeno generalizado que alcanza a altos funcionarios, miembros del Partido Comunista Cubano y profesionales sin adscripción política".

Por supuesto que los documentos reflejan la visión estadounidense, cuya enemistad con el régimen es notoria y manifiesta.

Wikileaks publica que un empresario suizo, con toda naturalidad, comentó que "como en cualquier lugar en el mundo, un contrato de $1 millón supone (para el comisionista cubano) $100,000 en el banco".

También es contundente que un ex-embajador español, Carlos Alonso, haya señalado que "la corrupción es necesaria para sobrevivir.

El problema es que en una sociedad de tan bajo nivel de ingresos, combinada con la omnipresencia del Estado, cualquier instancia de poder político es una invitación a la corrupción.

Hay ejemplos patéticos entre la maraña de cables codificados de la diplomacia estadounidense.

Uno cuenta que el acceso a trabajar en una gasolinera puede costar miles de dólares. ¿La razón? Se puede traficar combustible.

Otro habla del turismo, donde conseguir un empleo en cualquier lugar de la cadena implica la bendición de acceder a propinas en moneda extranjera.

Los ejemplos son múltiples, y la Sección de Intereses los resume en un párrafo impresionante: "El robo y la corrupción de supervivencia son generalizados en los sectores del turismo, el transporte, la construcción y la distribución de alimentos, que funcionan en paralelo a un mercado negro del cemento, la pintura y la madera".

Si algo ha demostrado la "economía de comando", nacida del socialismo del siglo XX, es que es notoriamente ineficiente e proclive a la corrupción.

Porque lo que es de todos no es de nadie. Y en una sociedad incapaz de crear riqueza, el "sálvese quien pueda" se transforma en un imperativo de supervivencia.

Cierto: el régimen y sus beneficiarios podrán echar la culpa de sus males "al imperialismo". Pero nada disimula su incapacidad para mejorar la vida de sus habitantes ni la corrupción a la que tienta a sus funcionarios.

Mauricio Llaver es director de la revista Punto a Punto en Mendoza, Argentina.

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