martes, 21 de diciembre de 2010
Ahora que se hunde lo hundido, ahora a gritos desesperados y culpando a las propias víctimas de todo y cada uno de los fracasos cometidos a lo largo de más de 50 años de fatídica revolución, con terror al ver que la historia ha probado una vez más que el comunismo o cualquier cosa que se le parezca no funciona ni económica ni democráticamente, que solo convierte al hombre en un esclavo del estado, sale gritando el segundo de todo pidiendo que se reencamine la política y la función del partido comunista.
La verdad es simple, están ganando tiempo, están jugando a ver qué pasa en los próximos dos años y si surge una posibilidad de salvar al sistema con ellos a la cabeza, esa es la única verdad y no podemos pensar otra cosa, pues de permitirlo seriamos cómplices de este juego contra reloj.
La única solución digna y posible es sentir el mismo llamado que José Martí le hiso al Generalísimo Máximo Gómez, aquí esta ese llamado a ver si tu respondes igual.
Se cuenta que el apóstol decidió visitar a Gómez en los predios de su hogar y cuando se acercaba por el camino, lo encontró, azadón en mano; tomando descanso de los inclementes avatares del sol del Caribe. No más al verlo Gómez, quien estaba consciente de los propósitos de Martí, le espetó:
- Sí Martí, ya sé lo que vienes a pedirme
Martí de inmediato le respondió:
- No Gómez, esta vez no vengo a pedirte, vengo a ofrecerte tres cosas...
Gómez, confundido, esperaba una explicación; mientras Martí continúo:
- la primera que abandones nuevamente tú hogar y tú familia, la segunda que aceptes por méritos más que merecidos, la jefatura de nuestro Ejército, para que quizás, y en recompensa, recibas nuevamente en pago la ingratitud de los cubanos... (Evidentemente esto último era el tercer ofrecimiento).
Cuentan los testigos de esta escena, que Gómez entonces soltó el azadón y sin mediar palabras se abrazó a Martí para sellar así su compromiso con Cuba y los cubanos, que representados por aquel hombre inmenso, dejó al General sin argumentos impidiéndole posibles evasivas y que con sus palabras, le pavimentó de regreso el camino al final de la gloria que fueron su vida y su entrega a Cuba.
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