Un preso político nunca dejará su condición aunque sea excarcelado. La política tiene el poder de servir o desacreditar. Cuando un régimen ataca a sus oponentes es porque su condición de poderío le impide a los demás seres humanos pensar y actuar de manera diferente.
Robarle a los recién excarcelados su condición de luchadores es parte de extraer de su agenda de vida la validez de un estatus reconocido a nivel internacional como refugiados políticos. Su significado establece la condición de haber sido expulsados o estar huyendo de un régimen que les persigue por oposición de ideas. El eminente peligro de muerte o encarcelación es un motivo evidente.
Los excarcelados, jamás serán ex-presos políticos porque su exilio auto impuesto por motivos personales, de salud, de cansancio o cualquiera que los llevara a asumir esta decisión, no lo exonera de su historia y sacrificio.
Por los acontecimientos pasados hoy están recibiendo un indefendible exilio. Estos hombres y sus familiares continúan siendo presos del régimen. El destino estuvo preconcebido y pre discutido por entidades no vinculadas con su lucha.
Para los hombres que mantuvieron su integridad como cubanos de palabra dura contra el régimen, el cumplimiento del deber patrio es parte de su defensa como seres humanos. Merecen un trato mejor, no están escapando y escondiéndose de la humanidad por delitos cometidos. Su culpabilidad fue determinada por un gobierno que se auto titula dueño de un pueblo. Estos cubanos no emigraron bajo planificación personal a riesgo de asumir el porvenir, en una lucha económica contra la crisis. No, ellos escogieron entre seguir sacrificando a su familia o dejar que supuestos intermediarios a favor de la negociación les brindaran una opción.
De agradecer es cualquier ayuda pero, el precio de obtenerla no es menos costoso. Una vida no se define en 72 horas. Contables minutos para determinar qué rumbo tener. Todavía hay en España representantes de la excarcelación del 2008, su condición es bochornosa. Dos años de exilio no han dejado inerte a estas figuras, la batalla continúa aunque su porvenir es inseguro. Fueron silenciados en las cárceles y en la tierra que pretendió ante el mundo que los acogería. No es el pueblo quién los presiona, son los representantes del gobierno que se sentaron en la mesa a compartir con el tirano.
Cuba los castigó y les sostiene el castigo. Los ha enviado al exterior sin historia, sin pasado. Cuando fueron asaltadas sus casas, robaron cada detalle que los hacía patriotas de alta condición: cartas, fotos, recuerdos, pertenencias, fueron usurpadas y no devueltas. El se autoproclamó dueño de algo que no le pertenecía. Nunca les devolvieron sus títulos universitarios, el esfuerzo de años de estudio para labrarse un futuro. No existen pruebas que les faciliten el camino. Su lucha no ha terminado. A dos años de exilio todavía el Gobierno los recuerda como enemigos y como tal los trata, los ha transformados en fantasmas del pasado manejados a su antojo por el poder que la tiranía absoluta le confiere.
Es momento de gritar, no callar la injusticia. Agradecer, es justo lo que podemos hacer mas, este acto de buena educación no debe impedir declarar al mundo las injusticias que se cometen porque un preso político en Cuba aunque no es reconocido como tal, su condición de opositor, de combatiente lo define y lo evalúa. Respetar nuestra historia y nuestra identidad es respetar a nuestros héroes, ese cubano que lo ha perdido todo porque su delito es pensar.
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