"LOS DERECHOS HUMANOS SON LA UNCION PROVIDENCIAL.Por el Dr Oscar Elias Biscet.

sábado, 10 de diciembre de 2011



LOS DERECHOS HUMANOS SON LA UNCIÓN PROVIDENCIAL
Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Medalla Presidencial de la Libertad
lawtonfoundation@lawtonfoundation.comwww.lawtonfoundation.com

El 10 de diciembre de 1898 se firma en Paris el tratado de paz entre la potencia emergente de los Estados Unidos de América y eldecadente Imperio Español. Este acto histórico determinó el reconocimiento internacional de Cuba como repúblicaindependiente que se hace tangible tres años y cinco meses después de aquella fecha.

La primera Constitución de nuestra Republica recogía y garantizaba las libertades básicas para sus ciudadanos.Lamentablemente, transcurrida más de una centuria de existencia como nación, los cubanos seguimos luchando por conquistar nuestrosderechos humanos básicos. Derechos que fueron proclamados por su primera y segunda ley de leyes republicanas (las constituciones de 1901 y de1940) que el régimen dictatorial de Castro había cercenado con su toma del poder por la fuerza en 1959.

Por otra parte, el 10 de diciembre es una fecha relevante no solo para todos los cubanos sino para todos hombres y mujeres del mundo queaspiran a ser protegidos de abusos del poder por gobiernos totalitarios. En nuestro caso, el 10 de diciembre tiene la doble connotación deinicio de nuestro camino como nación y de derecho a disfrutar de las garantías que otorga la Declaración Universal de losDerechos Humanos. Una  declaración que fue suscrita en Paris el 10 de diciembre de 1948 por laAsamblea General de las Naciones Unidas. El estado cubano no solo fue signatario de la misma sino contribuyó a su redacción através de nuestro entonces embajador ante la ONU, el Dr. Ernesto Dihigo y López Trigo.

La Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) es un documento declarativo y orientativo que en sus artículos denota losderechos humanos fundamentales, en dignidad y valor de la persona humana, en igualdad de derechos de hombres y mujeres en las esferas cívica,política, económica, social y cultural. Un documento humanitario que contiene principios verdaderamente altruistas y solidarios entreseres humanos. Pero adolece del defecto de que no es vinculante o de  obligatorio cumplimiento por partede los Estados.

Por ese motivo, y debido al carácter de derecho internacional consuetudinario de la DUDH, fue necesario poner en vigor otros pactoshumanitarios que introdujeran obligaciones jurídicas a los estados. Tales fueron los Pactos de Nueva York o Pactos Internacionales de DerechosHumanos.

Estos dos tratados internacionales con sus protocolos facultativos son: el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP)y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Ambos fueron adoptados en el seno de la Asamblea General delas Naciones Unidas en 1966. El conjunto de estos documentos internacionales de derechos humanos, que también incluye la DUDH, es conocido comoCarta Internacional de Derechos Humanos.

En 2008, el régimen de los Castro firmó pero no ratificó los dos pactosinternacionales de derechos humanos. Sin embargo los dos protocolos facultativos no han sido abrogados ni ratificado. ¿Porqué?

Porque estos pactos internacionales son de obligatorio cumplimiento y  el PIDCP no permite que bajo ninguna circunstancia, ya sea en período de paz o en período de guerra, sean derogadoslos siguiente derechos humanos: el derecho a la vida; al reconocimiento de la propia personalidad jurídica; a no ser sometido a torturas ni aesclavitud; a la libertad de pensamiento, conciencia y religiosa; a no ser encarcelado únicamente por no cumplir una obligacióncontractual y a no ser condenado por haber cometido delito alguno que, en el momento en que se llevó a cabo, no estaba sancionadopenalmente.

El Protocolo Facultativo del PIDCP establece disposiciones al Comité de Derechos Humanos para recibir y considerar las comunicacionesde individuos que aleguen ser víctimas de violaciones de cualquiera de los derechos enunciados en el pacto.

Muchos menos estaría dispuesto a ratificar el gobierno cubano  el Segundo Protocolo delPIDCP, destinado a abolir la Pena de Muerte. El régimen comunista utiliza precisamente la pena de muerte como arma para eliminar a susoponentes políticos y para disuadir al pueblo cubano a que luche por su libertad. Tampoco ratifica el PIDESC porque en él se garantizala libre sindicalización de los empleados y el régimen perdería su control absoluto sobre los sindicatospatronales.

El sistema castro-estalinista viola flagrantemente los derechos humanos consagrados en estos pactos internacionales y, con laaplicación del terror de estado, ha subyugado un pueblo durante décadas. Tal es el pánico que ha despersonalizado a susciudadanos eliminando sus derechos naturales  engendrando inseguridad, desconfianza y desesperanza. Todoello para doblegar la voluntad del cubano y mantenerlo en la esclavitud.

Según apunta con precisión el sociólogo Gene Sharp (1), el desafío político masivo no violento es un armapoderosa que ejerce un efecto democratizador positivo sobre el individuo y la sociedad. Sus técnicas son complejas pero efectivas en el procesode liberar al ciudadano del terror impuesto sobre él por cualquier régimen totalitario. Este nos puede llevar a la conquista de lademocracia y la libertad para nuestro pueblo sin la secuela terrible de un conflicto violento. Un conflicto cuyas consecuencias seríanintimidar, herir, matar, destruir y prolongar el ciclo de violencia en nuestro país. Ya es hora de que superemos esas etapas nefastas denuestra vida nacional.

Los estrategas de la lucha no violenta deben planificar los procedimientos sobre la forma de organizar, instruir a los activistas y poner enpráctica todas las ideas contenidas en estas enseñanzas. Para esto las personas no solo deben estar pletóricas de esperanzas sinoadheridas a la disciplina, al compromiso y a la perseverancia en la obra a realizar y llevarla hasta el final, es decir: hasta dar al traste con ladictadura.

Esto es una faena difícil por la cruel tiranía que se apodero de nuestro país. Pero sabemos que el Dios Bíblicoproscribe las tiranías y está al lado de quienes luchan por la libertad. Porque Él es la libertad absoluta y nos ungió conlos derechos humanos. También conocemos que Horacio dejó escrito: “No debería ponerse un Dios en escena salvo que elproblema merezca la resolución de un Dios.”

¿Quién podría frenar los designios de libertad de este Rey Eterno?
¡Absolutamente nadie!

Referencias: Gene Sharp, De la Dictadura a la Democracia: Un SistemaConceptual para la Liberación.
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Cinismo sin Limites.Por Luis Felipe Rojas.(Cruzar las Alambradas)

lunes, 28 de noviembre de 2011





Hace sólo unos días el embajador cubano ante las Naciones Unidas le solicitó a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, sumarse al reclamo que hacen piqueteros en el mundo por liberar a cinco oficiales de inteligencia cubanos presos en Estados Unidos. El diplomático Rodolfo Reyes ha hecho el pedido desde el mismo lugar en que hace un par de años se le negara la entrada a Cuba a Manfred Novak, observador internacional para la tortura y con rango similar a la señora Pillay. Ambas, la negativa a Novak y la petición a Pillay pueden ser tomadas como actos provocativos.

¿Por qué haberle negado al Mr. Novak entrar al Combinado de prisiones de Guantánamo donde se practican métodos de tortura conocido como “El Balancín” y “La Shakira” para humillar y quebrar tanto a reos políticos como comunes? ¿Por qué el gobierno cubano hace lo que siente un reclamo justo, rogándole a Mrs. Pillay que atienda el caso de los conocidos agentes y no por otros como Ana Belén Montes que sí testificaron sobre sus actos de espionaje y hasta hicieron arreglos con la justicia norteamericana?

Han pasado sólo unos días de la celebración en Holguín del llamado Coloquio Internacional por los Cinco, un evento político a favor de los oficiales de inteligencia cubanos sorprendidos en sus funciones dentro del territorio norteamericano. Banderolas, pancartas, marchas encendidas y conciertos y festejos fueron las vías para animarnos (a nosotros, cubanos, provincianos orientales e hiperdesconectados) a protestar porque liberen a los tan promocionados agentes cubanos. Los delegados que participaron, después de los saraos preparados al efecto, rebozaban esperanza y solidaridad, y se marcharon a sus mundos “indignados”, dejándonos aquí tan solos, entre las cenizas de la inopia.

Partisanos contra el poder.Publicado por Luis Felipe Rojas en su Blog,CRUZAR LAS ALAMBRADAS.

domingo, 27 de noviembre de 2011




Acaban de regalarme una copia del documental Partisanos de la música. Además de su impecable factura en la búsqueda de caminos para descubrirnos el objetivo del documentalista hace un acercamiento valioso a un grupo de rock en Bielorrusia. Son chicos underground que han decidido a fuerza de detenciones y golpizas abrirse pasos entre los militares y mostrarse a su pueblo, mostrar una sinfonía roquera que les ofrezca una brecha para la esperanza en medio de una férrea dictadura. Miroslav Dembinski puso hace un par de años este material a los ojos de los espectadores y los cubanos que hoy vemos su obra no podemos evitar comparaciones.

Los espacios públicos bielorrusos, como los cubanos, son ocupados por la milicia para impedir manifestaciones de descontento, solicitud de permisos para ofrecer un espectáculo callejero, acabar con las protestas a golpes de porrazos y llevar a músicos y públicos hacia las unidades policiales. Son métodos que se funden unos con otros para redondear el retrato de una dictadura y otras a miles de kilómetros de distancia pero cercanas en el pretexto de conculcar los derechos fundamentales de la ciudadanía. En Cuba ni el grupo de punk Porno Para Ricardo ni los raperos Aldeanos, Eskuadron Patriota y otros similares con acertadas tendencias de ser irreverentes y contestatarios han gozado de impunidad. Las letras de Aldo Padrón, Ciro y Gorki Águila son dardos contra la censura. Los performance de Tania Bruguera, las instalaciones artísticas de José Ángel Vincenth, de manera silenciosa pero sostenida, así como escritores y algunos artistas independientes pueden enamorar a un público mayoritario más temprano que tarde.

En el documental Partisanos de la música un candidato de la oposición al temible Lukashenko sube al escenario y comparte la irreverencia de unos roqueros con el pelo pintado de fucsia, sin sospechar de nadie, sin atacarles el atrevimiento solo para que junto al público enardecido le ayuden a gritar “bienvenidos, soy el futuro de Bielorrusia”, un silogismo que no nos vendría nada mal.

VENEZUELA Y EL GOLPE QUE SE LE AVECINA.Por Alfredo M.Cepero.La Nueva Nacion.






VENEZUELA Y EL GOLPE QUE SE LE AVECINA.

Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

El siempre bien informado Embajador Roger Noriega vaticinó la semana pasada que Hugo Chávez no llegaría a octubre de 2012 y advirtió sobre el peligro de que las elecciones programadas para ese año fueran objeto de trampas y manipulaciones por parte del oficialismo. En este sentido, resulta importante tener en cuenta que, si el vaticinio de Noriega se convirtiera en realidad, el candidato del gobierno no tendría otra plataforma electoral que el Socialismo del Siglo XXI.



Un conjunto de ideas desordenadas y descabelladas que no constituyen una ideología sino un santo y seña diseñado con el objeto de esconder el fracaso del socialismo como sistema y promover el mesianismo de Hugo Chávez. Ese candidato, estaría predicando un chavismo sin Chávez, algo así como la mística de una religión del odio y de la envidia que habría perdido a Hugo, su único e insustituible santo patrón. Los oficialistas lo saben y están literalmente aterrados ante la posibilidad de perder sus sinecuras y privilegios si el pueblo venezolano se niega a participar en una farsa electoral de esta naturaleza. Por eso es lógico pensar que los chavistas y sus asesores de La Habana tengan preparado un Plan B, en caso de que les falle el primero.



Por eso adquiere credibilidad un rumor que circuló recientemente en el Internet sobre una reunión altamente secreta en el Salón Carabobo, del Fuerte Tiuna, en Caracas, del alto mando militar venezolano con los generales cubanos Herminio Rodríguez y Frank Yánez, quienes actúan como procónsules de los Castro en la patria de Bolívar. Presente estaba desde luego el General Henry Rangel Silva, traidor a su patria y a su uniforme, quien hace escasamente un año declaró con un soberano desparpajo que “la Fuerza Armada está casada con el proyecto de país del Comandante Hugo Chávez” y se mostró renuente a aceptar cualquier triunfo electoral de la oposición en los comicios de 2012.



Para entender mejor esta amenaza actual a la democracia venezolana basta tomar en cuenta la conducta histórica de la tiranía cubana en su intento por apoderarse de Venezuela y la desesperada situación económica por la que atraviesan los Castro en estos momentos. Existen hechos totalmente documentados que muestran como, entre 1961 y 1967, la dictadura castrista llevó a cabo por lo menos seis intentos de subvertir la democracia venezolana por la fuerza de las armas.



En 1961, las autoridades venezolanas descubrieron 500 ametralladoras de fabricación checa junto a propaganda castrocomunista. En 1962, un lote de armas con el escudo de las Fuerzas Armadas de Cuba fueron ocupadas en las playas del Estado Falcón. En 1963, se ocuparon en la Península de Paraguana tres toneladas de armas procedentes de Cuba. En junio de 1966, arribaron a costas venezolanas 40 invasores entre los que se encontraban trece individuos de nacionalidad cubana, algunos tan notorios como el posteriormente fusilado General Arnaldo Ochoa y el General Leopoldo Cintras Frías.



Los grupos organizados por estos hombres operaron en los frentes guerrilleros del Estado Falcón y en el cerro El Bachiller del Estado Miranda. En 1967, una fuerza expedicionaria integrada por venezolanos y cubanos fue transportada en el buque de bandera cubana “Sierra Maestra” hasta las proximidades de Machurucuto y Boca de Uchire. Y, en 1969, una treintena de venezolanos entrenados en Cuba desembarcó en Venezuela con el propósito de derrocar el gobierno del presidente Rafael Caldera pero fue inmediatamente diezmada por el Ejército de Venezuela.



A partir de ese año, Castro declararía una moratoria en sus ataques armados contra Venezuela y pondría en marcha proyectos de subversión internacional al servicio de los intereses imperialistas soviéticos comenzados desde noviembre de 1964 durante una reunión secreta en la Habana con altos dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética.



Para poner en marcha esos planes, en enero de 1966 se efectuó en La Habana la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de Africa, Asia y la América Latina, conocida como Tricontinental, que fue presidida nada mas y nada menos que por el entonces senador y después presidente chileno Salvador Allende Gossens. En ella participaron 483 delegados procedentes de 82 países. Esta conferencia fue seguida, en agosto de 1967 por la Primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) en la que participaron delegados de 27 países del Continente Americano.



Dando un salto en el tiempo arribamos al 4 de febrero de 1992 donde un desconocido militar venezolano puso de nuevo en la agenda de subversión castrista los planes para apoderarse de la patria de Bolívar. Lo que el viejo dinosaurio no había logrado por la fuerza de las armas lo lograría ahora por el engaño, la simulación y la traición del golpista Hugo Chávez Frías. El intento de golpe de estado contra el Presidente Carlos Andrés Pérez no logró su objetivo inmediato pero fue el inicio de la carrera política de este aventajado alumno de Fidel Castro.



El 4 de febrero de 1992 fue para Hugo Chávez lo que fue el 26 de julio de 1953 para Fidel Castro. En el caso de Chávez, catapultó a la popularidad primero y al Palacio de Miraflores después a un hombre de intelecto limitado pero de una indiscutible habilidad histriónica y una total duplicidad moral para cautivar a multitudes de venezolanos frustrados con una democracia en crisis.



Nuestro salto final en el tiempo nos pone en este año 2011 y la declaración de la aparente enfermedad mortal del dictador-presidente. Hugo miente para ganar tiempo, sus manipuladores en La Habana lo atienden en el más estricto secreto y en ambas capitales se elaboran planes de contingencia para enfrentar la debacle que se les avecina.



Tratan de dar muestras de normalidad y aparentan prepararse para el proceso electoral, pero uno de los músicos se sale de la partitura. Adán Chávez, el más fundamentalista de la infame familia, declara que la Revolución Bolivariana estaría dispuesta a utilizar la violencia para defenderse del imperialismo y sus agentes internos. Un imperialismo que todos sabemos estará arrodillado ante los enemigos de los Estados Unidos mientras permanezca Barack Obama en la Casa Blanca. Por su parte, Hugo no puede contener su delirante verborrea y en un discurso pronunciado el 12 de este mes afirmó: “La revolución no puede depender de un solo hombre. Tiene que depender del pueblo organizado y consciente”. Frase que tiene más connotación de testamento político que de humildad personal en un hombre que hasta hace escasamente unos meses desplegaba su arrogancia creyéndose el dios de todos sus mantenidos en el Continente Americano.



El escenario esta, por lo tanto, preparado para un desenlace cruento de la tragedia del pueblo venezolano. Chávez es un golpista que trepó la cumbre del poder parado sobre fusiles, mantiene una dialéctica de confrontación y su megalomanía lo impele a desear más el poder absoluto que la propia vida, aún con un pie al borde de la tumba. Este no es un hombre que ama a su pueblo porque ama demasiado el espejismo de su propia leyenda. De ahí que de él no podamos esperar otra cosa que intransigencia, venganza y ensañamiento hasta el último minuto de su miserable vida. Esto explica en gran medida su fascinación con el engendro endemoniado que martiriza al pueblo de Cuba.

Por su parte, los beneficiarios cubanos del hambre desatado por Hugo Chávez sobre el pueblo venezolano se preparan para intervenir desde La Habana en forma solapada en la prolongación del régimen chavista, en la altamente probable eventualidad de la desaparición de su líder. Una operación de esta naturaleza tendría grandes riesgos y podría carrear inmensas repercusiones para el castrismo pero, en vista de sus precarias circunstancias actuales, los decrépitos tiranos cubanos no tienen otra alternativa.



Sin los subsidios de su hijo putativo el régimen de Castro se caería bajo el peso de una economía en ruinas y el embate de un pueblo que va perdiendo el miedo al aparato represivo de los tiranos. Chávez no es para los Castro un aliado ideológico y probablemente ni siquiera un hombre a quién respetan. Es un instrumento más en su larga trayectoria de subversión, manipulación y engaño. Pero, más que nada, es un imperativo de supervivencia por el cual están dispuestos a jugarse el todo por el todo. Dios y la Virgen de Coromoto protejan a los hijos de Bolívar en la terrible batalla que se les viene encima y del golpe de estado que se les avecina.



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"DESDE CUBA;NUESTROS MAMBISES INFORMAN.AUMENTA LA REPRESION.

miércoles, 26 de octubre de 2011


Antúnez permanece detenido en unidad policial de Placetas

\El líder opositor Jorge Luis García Pérez (Antúnez) y los activistas René Fernández Quiroga y Ciro Alexis Casanova Pérez permanecen detenidos desde ayer lunes en la unidad policial de Placetas, en la provincia de Villa Clara.

Iris Tamara Pérez Aguilera informó hoy a CUBAENCUENTRO que alrededor del mediodía de ayer varios oficiales de la Seguridad del Estado arrestaron frente a su vivienda a un total de cinco opositores, incluidos Gliseida Paceiro Espinosa y Blas Fortún Martínez, quienes ya fueron liberados.

Pérez Aguilera expresó que el Frente Nacional de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo ha declarado los días 24 de cada mes “Día de la Resistencia” en la Isla, y este 24 de octubre estaba dedicado en especial a la fallecida líder de las Damas de Blanco, Laura Pollán, “además de reclamar la libertad de los presos políticos y del pueblo cubano”, añadió.

“Encontrándonos frente a nuestra vivienda en Placetas, llegaron los altos oficiales de la Seguridad del Estado. Allanaron el portal, arrancaron la foto de Zapata Tamayo del monumento” y rompieron “todos los carteles que decían ‘Las calles son del pueblo’, ‘Viva Cuba libre’, ‘Ni me callo ni me voy’, ‘Todos somos resistencia’ y ‘Abajo los hermanos Castro”, explicó la opositora.

Pérez Aguilera comentó que hasta ahora no ha recibido ningún tipo de información sobre si liberarán a Antúnez, y que el oficial Asari le dijo anoche a la opositora Gliseida Paceiro que el líder opositor podría ser trasladado a la prisión.

“Fortún Martínez fue hasta la unidad de la policía y allí le dijeron que ellos no tenían órdenes para liberar a mi esposo, que tenían que esperar que el alto mando de la jefatura decidiera qué se iba a hacer con él, si iba a la prisión o si lo liberarían”, declaró Pérez Aguilera, presidenta del Movimiento Femenino por los Derechos Civiles Rosa Parks.

ARRESTOS EN LA HABANA.

La policía y la Seguridad del Estado detuvieron también este lunes a seis opositores en La Habana cuando intentaban realizar una actividad en el parque Martin Luther King, en el Vedado, reportó la agencia independiente Hablemos Press.

El Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, el Movimiento Línea Pacifica Democrática y el Frente Nacional de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo convocaron el encuentro para las cuatro de la tarde de este 24 de octubre.

Según Hablemos Press, los opositores no pudieron reunirse por el gran despliegue parapolicial activado en la zona, y aunque varios activistas intentaron reunirse en el barrio de Río Verde, en el municipio Boyeros, fueron detenidos durante el viaje.

Hablemos Press menciona en su nota que los detenidos fueron, entre otros, Sara Marta Fonseca Quevedo, líder del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, Odalys Caridad Sanabria, Rodolfo Ramírez Cardoso, del Movimiento Línea Pacifica Democrática, René Ramón González Bonelli, Ransés Miranda Camejo y Erisban León Marcel.

Señala la agencia independiente que Fonseca les había comunicado que en el parque Martin Luther King los opositores leerían un comunicado a favor de Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, fallecida el pasado 14 de octubre.

Indica el reporte que Fonseca y Ramírez fueron arrestados por la Seguridad en la esquina de las calles G y 25. Las autoridades detuvieron al resto de los activistas en la parada del autobús P16, cerca de la Heladería Coopelia, en el Vedado.

Según Hablemos Press, entre los agentes de la Seguridad del Estado que participaron en el operativo policial y fueron identificados por los opositores se encontraban “el sicario Bolodia y Yoan, alias Mochilita, que acostumbran a golpear a los disidentes esposados”, dijo Julio León Fonseca (Julito), hijo de Sara Marta.

“Todos los detenidos fueron puestos en libertad a partir de las 10:00 de la noche”, informó Rodolfo Ramírez Hernández (El Primario), hijo de Cardozo.

"JARABE IDEOLOGICO A LA CARTA"Publicado por Luis Felipe Rojas en su Blog,Cruzar las Alambradas.





Ha acabado de salir a los estanquillos el documento base de la primera conferencia nacional del PCC, convocada para el 28 de enero del 2012. Es el extracto de un manual ni más ni menos, un recetario para levantar el muerto ideológico, ese dinosaurio político que es el comunismo en el siglo 21. Como si fuera una autocritica el documento de marras hace mención al enfrentamiento a las ilegalidades, la corrupción a todos los niveles y el funcionamiento interno de la organización partidista. En poco más de 8 páginas el departamento ideológico del PCC convoca sus miembros a ser creativos, y permitir de una vez y por todas que los dirigentes administrativos cumplan su función primordial: la de echar a andar el país.

A 46 años de refundar sus bases en Cuba, el PCC intenta remover el celebro de sus militantes, les pide, casi de favor a sus dirigentes a todos niveles posibles que atiendan la base, que se hagan confiables entre los militantes de fila y hagan posible que negros y mujeres escalen a algún nivel, con tal de lograr una imagen de no discriminación por motivos de raza, género y pertenencia social. Tal parece que el comité central del PCC se ha sentado a cocer el viejo ropón verde olivo, a embastarlo y reforzar los parches de antaño.

Cuando una organización partidista (única legalmente permitida en el país) se prepara para discutir temas como el ingreso de sus militantes, el funcionamiento interno y la permanencia de los mismos, a casi medio siglo de fundada esté echando por tierra toda la jararacá anterior. Si la dirigencia comunista en la isla se apresta a producir más y liberar sin prejuicio las fuerzas productivas y tuviera en su punto de mira el bienestar social como brújula, tal vez habría una pisca de esperanza en medio del pozo en que nos encontramos, pero las noticias de la isla dicen otra cosa.

El sábado 22 de octubre el ideólogo del PCC, José Ramón Machado Ventura, visitó el municipio de San Germán, en la provincia de Holguín y desde tres días antes las casas de varios identificados “disidentes por el régimen fueron acosadas por militares, policías y oficiales del Ministerio del Interior que dicen ser de la Seguridad del Estado.

El 22 de octubre en la tarde el opositor pacifico Eliecer Palma Pupo fue detenido en mi casa, delante de mis hijos por un fuerte operativo militar compuesto por mas de una decena de efectivos, un jeep de la guardia operativa, y un auto patrulla de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria). Lo esposaron a la espalda y lo llevaron al cuartel de operaciones de la policía política, conocida como Pedernales. Al momento de dictar esta nota a mis editores aun no había sido liberado.

Igual hicieron con José Antonio Triguero Mullet, de 68 años de edad quien fue violentado delante de sus nietas pequeñas para ser liberado 4 horas después. La visita de Machado Ventura fue antecedida con la reparación de unos baches en las calles, prestaron una ambulancia al ingenio azucarero que carece de ella así como dos camiones de bomberos traídos desde Holguín. A los obreros del central azucarero los liberaron ese día de sus faenas habituales, los puestos de viandas estatales fueron surtidos como hacía tiempo no sucedía y el pequeño poblado prácticamente se paralizo aquel sábado.

Era el Macondo tropical, la antesala de “un cambio que tiene embelesado a millones de cubanos, dentro y fuera de la isla.

"EL SILENCIO DE FELIPE"Publicado por Yoanis Sanchez en su Blog,Generacion Y.

                                                             Imagen tomada de wn.com/

Hace apenas 4 años, el ex canciller Felipe Pérez Roque protagonizaba en Naciones Unidas las jornadas contra el embargo norteamericano a Cuba. Era su voz la que explicaba los privaciones comerciales, económicas y financieras derivadas de éste. El exaltado funcionario exponía lo que muchos conocemos al dedillo: las múltiples afectaciones que acarrean estas limitaciones –desde 1962– a la industria, al desarrollo tecnológico y a la propia salud pública. Pero nada decía el entonces ministro de Relaciones Exteriores sobre el cerco interno que padecemos, sobre ese otro muro de censura y castigo que poco tiempo después se abatiría también sobre él.

El simple hecho de elegir la palabra “embargo” o preferir la más tremebunda de “bloqueo” ya marca una posición cuasi ideológica. Tan manipulado ha sido el asunto en la prensa nacional que el gobierno no reconoce siquiera que entre quienes disienten del sistema muchos se oponen además a las restricciones comerciales de Estados Unidos hacia la Isla. En Granma se da por sentado que aquellos que exigimos una apertura política aplaudimos ipso facto la existencia del embargo. De ahí tantas caras de extrañeza cuando se escuchan nuestros propios argumentos para que éste sea levantado cuanto antes; esas razones que Felipe Pérez Roque nunca dijo en la ONU y que sólo conoció cuando pasó a ser un canciller defenestrado.

La prolongación por cinco décadas del “bloqueo” ha permitido que cada descalabro que hemos padecido sea explicado a partir de él, justificado con sus efectos. No obstante, su existencia no impide que en las lujosas mansiones de la nomenclatura abunde el whisky, los congeladores estén abarrotados y los autos modernos descansen en los garajes. Para colmo, el cerco económico ha contribuido a alimentar la idea de plaza sitiada, donde discrepar viene a equipararse a un acto de traición. El bloqueo exterior ha robustecido así el bloqueo interior.

Deseo que la votación de hoy en Naciones Unidas sea favorable a quienes deseamos que tal absurdo termine, especialmente a esos que consideramos el fin del embargo como un golpe definitivo al autoritarismo bajo el que vivimos. La delegación oficial, por su parte, lo interpretará de otra manera: aplaudirá satisfecha, declarará que esta constituye “otra victoria de la Revolución”. En La Habana mientras tanto –lejos de las miradas- ciertos jerarcas celebrarán con Johnny Walker y engullirán algún delicado aperitivo “Made in USA”.

MATARON A LAURA,PERO NUNCA MATARAN SU SUEÑO DE LIBERTAD.Por Alfredo M. Cepero.Director de La Nueva Nacion.

viernes, 21 de octubre de 2011


La noticia de la muerte repentina de Laura Pollán corrió como una avalancha de lava sobre un pueblo cubano acostumbrado ya a la represión y al ensañamiento de nuestra asquerosa tiranía contra todo el que se oponga a su control absoluto. Después de todo, en el curso de su prolongada orgía de sangre estos carniceros han fusilado a miles de nuestros compatriotas y asesinado a hombres y mujeres indefensos cuyo único delito ha sido pedir elecciones, democracia y libertad para el pueblo de Cuba.

Pensábamos que ya nada debería de asombrarnos. ¿Se atreverían a asesinar a una mujer amorosa, espiritual y conciliadora cuyas armas eran las de la oración y de la flor? Eso nos parecía tan inaudito que, a pesar de la condición bestial y rufianesca de los tiranos, nunca nos pasó por la mente. Pero lo hicieron en un despliegue de su mas absoluta falta de principios morales y de un despreció olímpico hacia la opinión pública mundial. No pudieron doblegar ni la dimensión de su coraje ni la profundidad de su entrega a la salvación de la patria. Cortaron por lo sano y decidieron eliminar lo que era el mayor obstáculo a su permanencia en el poder propinándole una muerte artera, dolorosa y lenta como solo son capaces de hacerlo los enfermos de odio.

Pero ahí no terminó la bajeza ni la cobardía. Trataron de impedir que Héctor, su dedicado compañero de lucha y de infortunio, la acompañara en su último viaje hacia la morgue, la cambiaron varias veces de vehículo para que el pueblo no pudiera seguir su cadáver y solo permitieron un velatorio de corta duración en la modesta casa que fue escenario de su rebeldía irreductible. Son unas bestias y como bestias recibirán el justo castigo por sus crímenes en un día de redención que ya está a la vuelta de la esquina. Si los sobrevivientes no le hacemos justicia a Laura no merecemos llamarnos patriotas, ni cubanos ni, mucho menos, hombres.

Este 14 de octubre de 2011 será para siempre un punto de referencia en nuestra lucha por la libertad. Porque este 14 de octubre, los tiranos—después de inocular a Laura con el virus o la bacteria que segó su vida—mataron toda posibilidad de transición pacífica hacia un régimen de concordia entre todos nosotros. Habrá transición, sin dudas, pero no pacífica sino ejemplarizante y justiciera para quienes tengan las manos manchadas con la sangre de Laura, de Zapata, de Boitel, de Ramírez, de Tapia, de Campanería, de Prieto y de la pléyade de mártires a los que rinde merecido tributo cada semana en La Nueva Nación nuestro colega Tito Rodríguez Oltsman.

A aquellos que se resistan a dar credibilidad a la presunción generalizada de que con Laura se cometió un asesinato político, les ofrecemos dos ejemplos recientes y notorios de los extremos a los cuales llegan los comunistas para eliminar todo vestigio de amenaza a su poder. En noviembre de 2006, el periodista ruso exiliado en Londres Alexander Litvinenko, acerbo crítico del matón de Putin, fue envenenado con plutonio210, ingrediente al que solo tiene acceso los gobiernos y no los terroristas por la libre.

Dos años antes, en noviembre de 2004, el líder ucraniano Viktor Yushchenko fue también envenenado por sus adversarios en las elecciones de Ucrania quienes, no precisamente por casualidad, eran apoyados por ese asesino con cara de mico que es Vladimir Putin. ¿Podemos pensar que los alumnos cubanos de las escuelas de represión y espionaje soviéticos fueran a desperdiciar esa valiosa lección sobre como eliminar las amenazas a sus privilegios y poder omnímodo? ¿Puede haber diferencia alguna entre las naturalezas diabólicas de Putin y de los Castro? Quienes respondan en forma afirmativa a cualquiera de estas dos preguntas son unos mentecatos o unos sinvergüenzas.

Ahora una nota reciente sobre mi relación con Laura que comenzó cuando nuestro Partido Nacionalista Democrático de Cuba designó a su esposo, el Ingeniero Héctor Maseda, uno de nuestros Paladines de la Libertad en abril del año 2008. Una semana antes de su muerte tuve la satisfacción de leerle por vía telefónica mi Canto a las Damas de Blanco. En el curso de la conversación le dije: “Laura, usted y las demás Damas de Blanco se han convertido en una leyenda viva”.

Con su característica modestia y ese dejo oriental que nunca la abandonó me contestó: “Cepero, usted exagera cegado por el afecto. No es para tanto, solo tratamos de cumplir con nuestro deber”. Así era aquel espíritu sublime que cumplía el deber a la manera del más grande de nuestros cubanos. Tengo la absoluta certeza de que, en este mismo momento, ambos comparan notas desde esa dimensión de fe, esperanza y amor que es el cielo para ayudarnos a acelerar el paso hacia nuestro inminente amanecer de libertad.

Pero ese camino hacia la libertad tenemos que andarlo con nuestros propios pies. Sería injusto y torpe dejarlo todo en sus manos. Una libertad regalada, aún cuando fuera producto de un milagro, nos duraría muy poco tiempo. Si queremos que perdure y que esté a salvo de demagogos y de dictadores, nosotros tenemos que ser los arquitectos y los guardianes de nuestra libertad, de nuestra democracia y de nuestra patria.

Los cubanos de la diáspora tenemos una responsabilidad especial denunciando ante el mundo con renovada intensidad que, en pleno Siglo XXI, hay una isla paradisíaca en medio del Caribe convertida en un infierno por unos verdugos implacables que asesinan mujeres pacíficas. Tenemos que enfrentar los retos y aprovechar las armas que nos proporcionan nuestra vida en libertad. Tenemos, por ejemplo, que denunciar las alianzas de gobiernos, instituciones y personajes que prolongan la vida de la moribunda tiranía. Tenemos que castigarlos con las armas de nuestros votos y de nuestro poder como consumidores.

Una labor destacada corresponde a nuestros senadores y congresistas federales quienes han defendido siempre nuestra libertad en esa Torre de Babel que es el Capitolio de Washington a pesar de condiciones muchas veces hostiles. Los senadores Marco Rubio y Robert Menéndez, conjuntamente con los congresistas Ileana Ros-Lehtinen, David Rivera, Mario Diaz Balart y Albio Sires, deben presentar un proyecto de ley que declare y condene de manera oficial la naturaleza criminal y diabólica de la tiranía castro estalinista.

El asesinato de Laura es el momento oportuno y no debemos permitir que este crimen pase desapercibido o pase al olvido sin proporcionar los dividendos para nuestra libertad que ella hubiera querido. Pónganle por nombre Proyecto de Ley Laura Pollán Toledo, víctima de la tiranía castrista. No importa si el proyecto es aprobado o no. Lo importante es denunciar a la satrapía, dar testimonio de nuestra voluntad de seguir luchando y saber quienes en esa cueva de los intereses materiales, de la desidia y de la intriga están con nosotros o contra nosotros. Sobre todo, algunos “hermanos hispanos” como José Serrano, Hilda Solís, Esteban Torres y Xavier Becerra que nos echan en cara nuestra falta de apoyo a los problemas de inmigración de los mexicanos pero se van a La Habana a besarle el anillo de sumo sacerdote del antiyankismo al dinosaurio de Fidel Castro.

Y no puedo concluir sin mencionar al mejor aliado ideológico que han tenido los Castros como residente de la Casa Blanca, el engreído Presidente Obama, y a sus amigos y partidarios cubanos americanos. A estos compatriotas se les acabaron, las cercas y las licencias y les llegó la hora de las definiciones. Tienen todo el derecho a abrirle sus arcas y sus hogares para ayudarlo en su campaña de reelección. Tienen todo el derecho a condecorarlo con Medallas Presidenciales del Miami Dade College. Esa es después de todo la naturaleza de la democracia en que vivimos y la que queremos restaurar un día en Cuba.

Pero, por amor de Dios, de Cuba y de Laura, tengan la vergüenza de susurrarle al oído, si no tienen los bemoles para decírselo en voz alta, que tiene que dejar darle oxígeno a la tiranía con sus concesiones y sus genuflexiones o, de lo contrario, le retiraran su apoyo. Si no lo hacen son unos hipócritas o unos oportunistas que podrán estar llenos de títulos, talentos y méritos pero no pueden proclamar su amor a nuestra patria. No importa cuantas marchas convoquen para honrar a las Damas de Blanco. Ahora les mataron a la fundadora y líder de ese batallón de vergüenza que se ha hecho cargo a solas de la defensa de nuestra libertad. En buen cubano, tienen que ponerse para su número o callarse la boca para siempre si no quieren que un día les disparen una soberana trompetilla.

En conclusión se acabó el tiempo, se acabó la paciencia y se acabaron los términos medios. El asesinato de Laura Pollán fue la gota que llenó el cubo de nuestra condescendencia no solo hacia los tiranos sino hacia todo el que contribuya a su permanencia en el poder, no importa en que forma, de donde venga, por que lo hace o donde nació. Laura dio su vida por el sueño de nuestra libertad. Un sueño aún más vivo porque ha sido regado con su sangre generosa y heroica. A nosotros nos corresponde hacerlo realidad tangible. Si no lo hacemos no merecemos tener patria. Amen.

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PARTIDO LIBERAL DE CUBA.DECLARACION.






                                                                Partido Liberal de Cuba

                                                                       (Declaración)

Ante la pérdida física de la insigne cubana Laura Pollán Toledo, y acentuado su dolor

desde su presidencia, la dirección y membrecía del PLC, ante la brillantez de su lucha

cívica y pacífica y su inolvidable postura florida frente a la represión del régimen

mediante amenazas, ofensas y golpizas, le otorga públicamente – unida a la justa denuncia ante la comunidad nacional e internacional- la merecida condición de Mártir

por la Libertad y la Democracia en Cuba a la Eterna Líder y vocera de las Damas de Blanco, Laura Pollán Toledo. Dicha calificación, además, la sustentamos por las muestras solidarias de dolor, admiración y agradecimiento de muchos cubanos dentro

y fuera de Cuba, con los cuales se fortalece nuestra decisión de continuar nuestra

lucha.

Se hace procedente en esta declaración expresar nuestro agradecimiento a todas las

Voces solidarias que en el mundo se unieron a nuestro dolor.



                                                                Dirección Nacional PLC

ASI TE RECORDAREMOS SIEMPRE;LAURA ETERNA;LAURA AMIGA.

lunes, 17 de octubre de 2011

ASI TE RECORDAREMOS SIEMPRE;














         LAURA ETERNA,LAURA AMIGA

"LAURA SE FUE,LAURA NO ESTA..."Publicado por Yoanis Sanchez en su Blog Generacion Y.

sábado, 15 de octubre de 2011




(Imagenes de Archivo)


Por los mismos días en que Laura Pollán agonizaba en terapia intensiva, en la televisión retransmitían un esquemático serial donde se injuriaba a la líder de las Damas de Blanco. Entre los signos más notables de la falta de grandeza del gobierno cubano está su incapacidad para respetar al adversario político, incluso cuando éste se está muriendo. Un sistema que se regodea tanto en el ritual funerario de los suyos, se comporta desconsiderado a la hora de tratar los difuntos de los otros. Esa ausencia de compasión lo llevó a desplegar anoche un burdo operativo policial dentro y fuera del hospital Calixto García, a cambiar el cuerpo de Laura varias veces de ambulancia para que no supiéramos hacia qué morgue lo llevaban y finalmente a no sacar, siquiera, una breve nota necrológica en la prensa nacional. Si honrar honra, en este caso denigrar denigra. Han perdido una última oportunidad de aparentar –al menos– que son piadosos.

¿Cómo se sienten ahora todas esas mujeres llevadas a gritar y a insultar frente a la puerta de Neptuno 963? ¿Qué estarán pensando en este mismo momento los miembros de la tropa de choque que zarandeó y golpeó a Laura el 24 de septiembre pasado? ¿Algún remordimiento entre los oficiales de la Seguridad del Estado que dirigieron tantos mítines de repudio contra una señora pacífica que pasaba de los sesenta? ¿Cuál de ellos va a tener al menos la humildad de musitar una condolencia, de aventurar un pésame? Lamentablemente, para todas esas preguntas la respuesta sigue siendo el infinito rencor ideológico del que no sabe rendir tributo al contrincante. Laura se les fue –se nos fue– y perdieron la oportunidad de reparar tantas infamias. Creyeron que por colgarle epítetos degradantes, impedirle salir de su casa, acusarla de “apátrida”, iban a evitar que la gente se acercara y la quisiera. Pero en la madrugada pasada, una funeraria repleta de amigos y conocidos negaba el efecto de tal satanización.

Laura se fue y ahora todos los actos de odio que hicieron contra ella resuenan más grotescos. Laura se fue y nos dejó un país desperezándose de un totalitarismo vetusto que no sabe decir siquiera “lo siento”. Laura se fue, para tristeza de su familia, de sus Damas de Blanco y de cada gladiolo que ha crecido y crecerá sobre esta Isla larga y estrecha. Laura se fue, Laura no está y no hay un solo uniforme verdeolivo que parezca limpio frente al blanco resplandor de su indumentaria.

"HACIA EL FIN DE LAS EXCLUSIONES".Premio de ENSAYO;II CONCURSO LITERARIO REVISTA DIGITAL CONVIVENCIA 2011.

viernes, 14 de octubre de 2011




Por Orlando Freire Santana


Es indudable que el bregar por eliminar o disminuir las discriminaciones que padecen algunas personas por diversa índole constituye una de las tareas más apremiantes para cualquier sociedad. Más, si en esa epopeya le corresponde un papel nada despreciable a un Estado sumamente ubicuo como el cubano, entonces asistimos a una pugna muy peculiar.

En efecto, y aunque así no lo consideren los distintos componentes que integran nuestra sociedad civil, ha sido el aparato de poder quien, a su conveniencia, ha movido en lo fundamental los hilos del enfrentamiento contra determinadas exclusiones que ha afrontado la nación cubana durante las últimas cinco décadas. El sesgo utilitario conseguido por las autoridades de la isla con semejante desempeño podemos apreciarlo desde dos vertientes: por una parte se brinda una apariencia de apertura social, mientras que por la otra se garantiza que dicha apertura transite por el matiz de no afectar el control político-ideológico ejercido sobre la sociedad.

Por supuesto que tal proceder cuenta también con su corolario en el hecho de que ha sido ese mismo Estado el promotor de esas y otras exclusiones en momentos específicos -o de un modo permanente, según sea el caso- de nuestro quehacer nacional. Se trata, pues, de extender una mirada hacia las distintas etapas por las que ha atravesado el proceso revolucionario para comprobar que, como tendencia, en los estadios de ascenso o presunta fortaleza del mismo se notaba un incremento en la cuantía de las marginaciones, y viceversa.

Una Revolución que arribó al poder con el propósito de remover los cimientos de la sociedad que había heredado, era lógico suponer que, a la par que beneficiaba a ciertos sectores del entramado nacional, perjudicaba a otros a medida que se radicalizaba. Precisamente, el gradual acercamiento de los gobernantes a la doctrina marxista-leninista, visible ya a partir de la segunda mitad del propio año 1959, iba a ser el detonante de una de las marginaciones más recurrentes que conocería la isla: la practicada por motivos de fe.

Un considerable porcentaje de la población cubana profesaba algún tipo de creencia religiosa a la caída del gobierno de Fulgencio Batista, no importa que muchas de esas personas no asistieran con asiduidad a cultos, templos u otras actividades afines. Podían proclamar su fe y nunca habían sido molestadas ni relegadas a causa de ello. Muy pronto, sin embargo, una desgarradora disyuntiva aparecería ante ellas: o abjuraban de sus convicciones para adaptarse a las nuevas realidades- una actitud, lamentablemente, adoptada por no pocos-, o soportaban con estoicismo la condición de ciudadanos de segunda categoría.

A medida que la Revolución se adentraba en la ideología comunista, con la consiguiente sentencia de que la religión era el opio de los pueblos, comenzaría el distanciamiento entre las distintas denominaciones religiosas y las autoridades del país. Todo iba a acontecer, según estas últimas, en medio del enfrentamiento clasista entre el Estado revolucionario y las capas pudientes de la sociedad. En ese contexto, tal y como se lo expresó Fidel Castro al teólogo brasileño Frei Betto, los mayores conflictos fueron con la Iglesia Católica, “porque no era la Iglesia del pueblo” (1), mientras que los choques con las denominaciones evangélicas y los cultos afrocubanos serían menores “porque se habían propagado más entre las capas humildes”. (2)

Lo cierto fue que tras un período inicial de apoyo casi unánime al gobierno revolucionario- en el que la Iglesia no fue la excepción-, se sucedieron una serie de acontecimientos que enturbiarían paulatinamente las relaciones Iglesia-Estado. La protesta de los estudiantes de la Universidad Católica de Villanueva por la visita del dirigente soviético Anastas Mikoyán; las declaraciones oficialistas en el sentido de que el cardenal Arteaga había sido íntimo de Batista; la carta pastoral “Por Dios y por Cuba”, dada a conocer en mayo de 1960 por el arzobispo santiaguero Enrique Pérez Serantes, en la que alertaba acerca de “el pesado yugo de la nueva esclavitud”(3); la nacionalización de los colegios religiosos; hasta llegar a la masiva expulsión de sacerdotes a bordo del vapor Covadonga, entre otros, fueron hechos que incidieron en lo antes expuesto. No podemos ignorar tampoco, de acuerdo con lo apuntado por el reverendo Raúl Suárez, que cerca del setenta por ciento de los pastores evangélicos abandonaron la isla al triunfo de la Revolución. (4)

Mientras tanto, y como parte de la labor transformadora para borrar las reminiscencias del pasado, los nuevos gobernantes casi declaran por decreto el fin de la discriminación racial en el país. Comoquiera que con posterioridad a 1888, fecha en que se abolió oficialmente la esclavitud en Cuba, los espacios privados constituyeron el escenario principal donde pervivió cierta actitud discriminatoria hacia negros y mulatos, y que la Revolución eliminó esos espacios como parte de su radicalización económico-social, el entorno resultó propicio para un pronunciamiento tan osado y que a la postre devino extemporáneo. Además, como nunca antes, cientos y miles de negros y mulatos se incorporaron a todas las esferas de la vida nacional.

Aquí conviene deslindar la marginación tangible y objetiva de aquella subjetiva que opera en la mente de algunas personas. Estimo que tras el surgimiento de la República en 1902, casi todas las manifestaciones de racismo en nuestro país han clasificado en el segundo grupo, pues muy pocas orientaciones o directivas oficiales -tal vez alguna durante la República referida al paseo en ciertos parques públicos o la entrada a determinada sociedad de recreo- sirvieron para amparar prácticas del primer tipo. Incluso, no obstante la opinión reciente de algunos historiadores en el sentido de que la República no incluía al negro, la Constitución de 1901, al otorgarles el derecho al voto, les confirió la categoría de ciudadanos de la República. Por otra parte, y según nos cuenta Serafín Portuondo en su texto Los independientes de color, “El 1ro de julio de 1912 los congresistas de color dirigieron un manifiesto a la opinión pública -también firmado por Juan Gualberto Gómez, no congresista- en el que afirmaban que no habían existido ni existían problemas de raza en el país”(5. Mas, a pesar de esa afirmación de las más prominentes personalidades negras del país, proferida incluso cuando ya corría en tierras orientales la sangre de los negros que se alzaron en contra de la Enmienda Morúa, siempre se mantuvieron durante todo el período republicano las reclamaciones y demandas de los que insistían en que aquí eran discriminados los ciudadanos no blancos.

Entonces la Revolución triunfante en 1959 transitaría por senderos algo paradójicos: de una parte hizo más que la República por eliminar esa especie de racismo residual, al decir del poeta y ensayista Víctor Fowler (6), que anidaba en el seno de nuestra sociedad; de la otra, al suprimir el debate público en torno al tema, alentó la suspicacia de los grupos que persistían en la lucha contra la hipotética desigualdad racial existente en el país. Así, situaciones que me inclino a ubicar más en el plano de lo subjetivo que de lo objetivo, como la no presencia de bailarinas de piel oscura en las compañías de ballet español, o la supuesta ausencia de galanes negros en la televisión, eran vistas por esos grupos como una muestra de racismo precariamente contenido. Y lo peor: sin posibilidad de discutirse en lugares que trascendieran los pequeños espacios informales.

Esos primeros años de Revolución fueron testigos también de otro tipo de marginación hacia las personas, esta tomando en cuenta su orientación sexual diferente; diferente, claro, de nuestra tradición heterosexual. Contrario a lo que sucedió en la antigua Grecia o el Imperio romano, donde se aceptaban o toleraban, respectivamente, las prácticas homosexuales, en nuestra sociedad de corte occidental esa inclinación siempre se consideró como una perversión, una enfermedad o, en la más eufemística de las variantes, como una secuela de experiencias traumáticas en la infancia o la adolescencia.

Según nos cuenta el ensayista Abel Sierra Madero (7), durante la República era grande el estigma que cubría a los homosexuales. A partir de 1928 se inició una campaña por los periodistas Sergio Carbó y Mariblanca Sabas Alomá en contra de esas personas. A los varones que gustaban de su propio sexo se les llamaba pepillitos, mientras que las mujeres que sentían inclinación por otras féminas eran denominadas garzonas. Estas últimas recibían las críticas más acres debido a que abandonaban su misión de conservar la especie.

La Revolución, por tanto, no hizo más que continuar una práctica casi habitual entre nosotros. Claro, esa aspiración de formar al hombre nuevo que construyera la sociedad comunista, es muy probable que influyera desde un principio en las políticas que implementaron las autoridades en pos de eliminar las lacras y vicios que obstaculizaban la referida intención. Y en ese sentido, por supuesto, la represión de las conductas homosexuales se hallaba en un primer plano. Así, durante la primera década de gobierno revolucionario, centenares de jóvenes homosexuales fueron conducidos a las tristemente célebres Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) para tratar de “reeducarlos”.

Mas, si hubiese que escoger un sector ocupacional que ejemplificase la discriminación sufrida por los homosexuales, me inclinaría por la cultura y el arte. El novelista Guillermo Cabrera Infante, en sus memorables “chismes literarios”-en el caso que nos ocupa, al parecer, con noticias más verdaderas que falsas- (8), apunta que hacia 1965, en una de aquellas frecuentes redadas habaneras (conocida como la noche de las tres P: prostitutas, proxenetas y pederastas), fue atrapado por homosexual una figura cimera del teatro cubano. De igual forma el autor de Tres tristes tigres nos cuenta que tras la celebración del Primer Congreso de Educación y Cultura en 1971, un destacado escritor -hoy Premio Nacional de Literatura- fue trasladado al almacén de la biblioteca donde laboraba para alejarlo de los lectores, pues las resoluciones de dicho evento tendían a impedir que los homosexuales “descarriaran” a las nuevas generaciones.

Cinco días después de finalizado ese cónclave, la prensa nacional informaba del nombramiento de Luis Pavón Tamayo al frente del Consejo Nacional de Cultura. (9) O sea, Pavón accedió al cargo para llevar a la práctica las directivas del Congreso, que en lo referido a los homosexuales eran explícitas en cuanto a la discriminación institucional de esas personas. Entonces, ¿a quién podría ocurrírsele pensar, al cabo de más de tres décadas, que la responsabilidad por semejante política fuera únicamente de ese funcionario? En la más indulgente de las apreciaciones -indulgente, claro, para el Poder- debemos de aceptar la responsabilidad compartida. Es decir, comenzando por Pavón Tamayo y terminando en los más altos estratos del poder en la isla. Lo anterior nos permite destacar también cómo los cubanos manejamos con cierta frecuencia la relación hombre-circunstancia de acuerdo con nuestro arbitrio, y olvidamos un poco las enseñanzas de Ortega y Gasset, para quien el binomio debía de conservar la mayor armonía.

Cuando a principios de 1896 el presidente del Consejo de Ministros de España, Antonio Cánovas del Castillo, consideró que los intentos pacifistas del general Arsenio Martínez Campos habían fracasado, y era necesario el envío a la isla de un hombre enérgico, hasta cruel, capaz de liquidar a cualquier precio la insurrección en breve tiempo, nombró al general Valeriano Weyler para ese empeño. Atrás quedaban los ecos del Plan Maura para Cuba, con sus propuestas descentralizadoras y el aliento de la gestión autonomista, y salían a la superficie los afanes de la metrópoli por conservar la colonia aun si se consumiese “el último hombre y la última peseta”. Con frecuencia nuestra historiografía atribuye desmedidamente a la maldad de Weyler todos los sufrimientos que la política de reconcentración causó a los cubanos, y muchos miran solo hacia él para hallar la cara fea de la colonización española. No debemos olvidar, empero, que la felonía de ese momento fue instrumentada desde Madrid.

Más de medio siglo después los manuales soviéticos con que encauzábamos la dirección de la sociedad privilegiaban una especie de determinismo que restaba importancia a la labor de los hombres. Estos últimos nada podían hacer para oponerse a la marcha inexorable de la historia que indicaba el andar de la humanidad hacia un hipotético paraíso terrenal sin explotados ni explotadores. En el plano nacional los nuevos ingenieros sociales creían haber hallado en la planificación centralizada la varita mágica con que suprimir el mecanismo natural de la economía y la iniciativa creadora de las personas. Se podía tomar un cuaderno de historia de Rusia y era raro toparse con los nombres de Iván el terrible o Catalina la grande; casi todo se circunscribía al modo de producción, las relaciones sociales y la conciencia de clase. En ese contexto no faltaron las mentes trasnochadas que clamaron por una reescritura de nuestra historia para dar paso a ese engendro de la despersonalización.

Con el litigio en torno a Luis Pavón Tamayo, el Poder y sus colaboradores desearon girar nuevamente el péndulo hacia el hombre en detrimento de la circunstancia. Centenares de correos electrónicos inundaron las redes informáticas- imagino que la iniciativa partió del gremio homosexual -al ver en las pantallas de sus televisores la figura del antiguo funcionario. Pánico debe de haberles causado el pensar que el ambiente cultural retrogradaría a la época del “quinquenio gris”. Pero no, todo no era más que una falsa alarma, pues una Declaración de la UNEAC aparecida en el periódico Granma daba cuenta de que “la política cultural de la Revolución era irreversible”. (10) Ello dejaba bien sentado que se mantenía la apertura hacia los homosexuales. La cúpula del Poder contempló gozosa cómo la Revolución quedaba libre de culpas al diluirse el episodio en una pugna entre individualidades.

El crítico Desiderio Navarro, por ejemplo, culpó al hombre: “¿Cuántas decisiones erróneas fueron tomadas “más arriba” sobre la base de las informaciones, interpretaciones y valoraciones de obras, creadores y sucesos suministrados por Pavón y sus allegados de la época, sobre la base de sus diagnósticos y pronósticos de supuestas graves amenazas y peligros provenientes del medio cultural?” (11) De otra parte, y escribiendo desde Madrid, el ensayista Jorge Luis Arcos expresaba que el episodio desencadenado en la isla a raíz de la resurrección de Pavón constituía un acontecimiento más dentro de una realidad devastada. Al referirse a las reacciones de los intelectuales, afirmó: “Unos abogan por que el problema se resuelva dentro de casa, como si una parte considerable de las víctimas no estuvieran fuera de Cuba; otros tratan de negar que todo responde a una estrategia del Poder, como lo fue en el pasado, y como lo es en el presente incluso. Muchos critican lo sucedido, abogan por una reparación política, pero, por supuesto, sin nombrar -ni antes ni ahora- a los verdaderos responsables.” (12)

La etapa de mayor sovietización en la vida de la isla, a partir del ingreso de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972, y la celebración del primer congreso del Partido en 1975, iba a coincidir con el período de mayor exacerbación de las exclusiones en la sociedad. Era lógico suponerlo. El país había dejado atrás la incertidumbre de no saber realmente cuál era la estrategia para encauzar el futuro, y las carencias materiales de años recientes disminuían ante la acción solidaria de nuevos aliados que exigían un pacto ideológico.

En esas condiciones el socialismo cubano se sintió lo suficientemente fuerte como para prescindir de ciertos sectores de la población que se estimaban “contaminados” con lacras y rezagos del pasado. Así, los encontronazos más bien coyunturales entre los creyentes y el Estado que habían tenido lugar en los años sesenta, adquirieron visos de discriminación institucional al incluirse el ateísmo científico en la Constitución de la República aprobada en 1976. Una desconfianza generalizada hacia los creyentes se instauró en centros de trabajo y estudio a lo largo y ancho del país; en muchas ocasiones los estudiantes que profesaban una creencia religiosa se vieron privados de acceder a determinadas carreras universitarias; en planillas y formularios se contemplaba la pregunta acerca de la afiliación religiosa de la persona, para constituirse en una mácula si el requerimiento resultaba positivo; y, por supuesto, se les negaba el ingreso al Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas aunque fuesen revolucionarios cabales en el resto de las facetas de su vida.

Una prueba palpable de que la alineación de la isla junto al bloque soviético fue un elemento que pesó enormemente en el ostracismo de los creyentes, la encontramos en la respuesta de Fidel a una pregunta de Betto en la ya mencionada entrevista. Corría el año 1985 y la Teología de la Liberación florecía en gran parte del subcontinente, al tiempo que muchos dirigentes de izquierda reafirmaban que los lazos entre creyentes y marxistas no eran solo tácticos, sino estratégicos. Además, el Gobierno sandinista de Nicaragua -como se sabía, íntimo del cubano- había objetado la sentencia marxista “del opio de los pueblos”. No obstante, cuando el teólogo preguntó si al año siguiente, en el Tercer Congreso del Partido, podría proclamarse el carácter laico de esa organización, y en consecuencia admitirse en su seno a cristianos revolucionarios, el líder de la Revolución Cubana contestó: “Yo creo que todavía no están dadas las condiciones en nuestro país para eso; te lo digo francamente”. (13) Claro, aunque ya Mijail Gorbachov y su nuevo equipo gobernante vislumbraban la perestroika, en el horizonte de la isla aún no se insinuaban las brumas que darían al traste con el Muro de Berlín y después con la propia existencia de la Unión Soviética.

En lo referido a la exclusión social de los homosexuales, fui testigo, en el apogeo de la homofobia cubana, de un episodio que no dudo en clasificar como un capítulo cubano de la Revolución Cultural maoísta. Eran los días iniciales de 1972, y un grupo de estudiantes de preuniversitario cumplían su etapa de la escuela al campo en los cañaverales del central “Puerto Rico Libre”, en Alacranes, Matanzas. Ignoro si por venganza, provocación u otro motivo diferente, lo cierto fue que uno de los estudiantes homosexuales allí albergado confeccionó una lista con el nombre de todos sus iguales. ¡Para qué fue aquello! De inmediato, las organizaciones estudiantiles del campamento, con el visto bueno de los profesores, y bajo la consigna de “a linchar a los maricones”, la emprendieron violentamente contra los homosexuales, a los que no les quedó otra opción que abandonar a toda carrera el campamento, y regresar como pudieron a La Habana, dejando abandonadas sus pertenencias.

El advenimiento de los años noventa, desde el punto de vista que nos ocupa, se presentaría como el reverso de lo acaecido en los setenta. Cuando la isla se vio sola, sin el apoyo de sus antiguos aliados ideológicos, y en medio de una penuria económica que amenazaba con destruir el sistema político imperante, fue el momento propicio para que los gobernantes comprendieran que las puertas debían abrirse para muchos de los que antaño fueron marginados. Únicamente iban a quedar fuera de la convocatoria aquellos que el oficialismo calificaba como anexionistas o representantes de la antiCuba. Es decir, sus adversarios en el terreno político ideológico.

El punto de inflexión en materia de fe sobrevino en el bienio 1991-1992, cuando el IV Congreso del Partido reformó sus estatutos para que los creyentes comprometidos con la Revolución pudieran ingresar en sus filas, y después con la enmienda constitucional que proclamó el carácter laico del Estado cubano. La eliminación o el aflojamiento de tensiones entre el Estado y las jerarquías de las diferentes denominaciones religiosas, lógicamente, tendrían que repercutir en un estatus más favorable para los practicantes de las distintas modalidades de la fe. En esta atmósfera de distensión, a pesar de la visita papal en enero de 1998, iba a ser la Iglesia Católica la que encontraría el camino menos expedito, ya que en ocasiones sus análisis en torno a la situación social del país no contarían con el agrado de las autoridades de la nación. El ejemplo más elocuente de ello fue el mensaje pastoral “El amor todo lo espera” en 1993.

Ese documento, además de indicar las causas y las posibles salidas de la aguda crisis económica por la que atravesaba el país, aportaba importantes recomendaciones en pro de la democratización de la isla al sugerir un diálogo con todos, incluyendo a quienes pensaban de un modo diferente. La prensa oficialista la emprendió en los más duros términos contra el mensaje pastoral. El diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, comparó el documento de los obispos con la línea más hostil del exilio miamense hacia el gobierno cubano: “Infeliz decisión la de compartir la tarima contrarrevolucionaria con la fauna Torricelli, Más Canosa etc., para no llegar tarde y marcar en la cola de Miami”. (14) Por su parte, el periodista Lázaro Barredo, en ese entonces un simple articulista del semanario Trabajadores -hoy director de Granma-, calificó a los obispos de cómplices históricos de todos los enemigos de la nación, y al mensaje pastoral de “un puñal clavado por la espalda en el momento más difícil, decisivo y heroico en la historia de la Revolución; que no podía darse el lujo de aceptar una diversidad irresponsable y un diálogo idílico”. (15) Mientras tanto, la respuesta que se estimó más mesurada, la del poeta Cintio Vitier, no vaciló en asirse al filón utilitario con que el Poder y sus aliados han manejado el concepto de nación: “Antes que aceptar el derecho a la diversidad, hay que defender el derecho del país a la supervivencia como nación independiente”.(16)

Por supuesto que la visita a la isla del Papa Juan Pablo II ha clasificado como el hecho más significativo para la Iglesia Católica cubana, tal vez en toda su historia. Fueron días en los que se vivió la fe de una manera muy intensa; jornadas precedidas de una labor misionera como no se recordaba en mucho tiempo, pues la Iglesia tocó puerta por puerta para que todos los cubanos fueran partícipes de ese acontecimiento inigualable. En una sociedad donde casi todo se programa y orienta “desde arriba”, resaltó la espontaneidad con que los habaneros se aglomeraban en las calles por donde sabían iba a pasar el Papa-Móvil con su ilustre ocupante. Al final, como feliz secuela de esos días gloriosos, los cubanos recobramos parte de nuestras tradiciones cuando las autoridades declararon feriado, para siempre, el Día de Navidad.

El viraje en el tratamiento a las personas excluidas debido a su preferencia sexual aconteció, primero, mediante señales aisladas, como fue la proyección en 1995 de la película Fresa y Chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea, y basada en el laureado cuento de Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo. Después vino la labor semioficial del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), con Mariela Castro Espín al frente, el cual brega por la plena incorporación a la sociedad de gays, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales.

Y, paradójicamente, esta apertura de los años noventa no se reflejaría de la misma manera en la cuestión racial. Con la llegada del período especial, y tener el país que adoptar una serie de medidas que tendían al mercado para tratar de impedir el colapso de la economía, fue significativa la catalización de ciertas disparidades raciales. La despenalización del uso y tenencia de divisas posibilitó un incremento en el envío de remesas a la isla por parte de los familiares residentes en el exterior. Si tenemos en cuenta que más del ochenta por ciento de los cubanos que componen la diáspora clasifican como personas de piel blanca, es lógico suponer que los negros y mestizos llevaran la peor parte en ese flujo monetario. La ampliación del marco para las inversiones extranjeras, por su parte, introdujo nuevamente ciertos espacios privados, los mismos que la Revolución había eliminado en los años sesenta, y que eran propensos para que afloraran determinadas manifestaciones de racismo. En ese contexto, al igual que en el sector turístico que también conoció de una expansión en el período, la presencia de trabajadores negros resultó exigua, tal vez como consecuencia de que se aceptaran algunos estereotipos que representaban al negro como perezoso, ineficaz, sucio, feo y hasta tendente a la delincuencia.

Lo anterior llevó a que los grupos que siempre continuaron alertando acerca de la existencia de una problemática racial intensificaran sus demandas con el objetivo de que el debate sobre el tema retornara al ámbito público. Ello propició que tan espinoso asunto, de manera paulatina, fuera insertándose en los espacios académicos, primero, y posteriormente en los medios de difusión masiva. Aquí el viraje, además, ha incluido la rehabilitación de algunas figuras que se destacaron en el estudio y la investigación del tema negro, la celebración del centenario del Partido Independiente de Color, así como la creación en la UNEAC de una comisión que monitoree las desigualdades raciales que aún subsistan. De igual modo, las autoridades han reafirmado que continuarán la política que asegure una genuina representación de todos los componentes raciales en las distintas vertientes de la vida nacional.

Si ahondamos en el tema de la rehabilitación de ciertas personalidades que descollaron en el estudio y la investigación de la problemática racial, resulta casi inevitable traer a colación a Walterio Carbonell, esa figura legendaria que, después de que la Revolución decretara la total armonía entre las razas y suprimiera el debate en torno al tópico, se asía a la doctrina marxista-leninista -cierto que con una interpretación de ella que se me antoja algo forzada- para enaltecer el papel del negro en nuestra historia.

Cuando empleo el término “rehabilitación” pienso en la reedición de su texto Cómo surgió la cultura nacional, un ensayo que vio la luz inicialmente en 1961, en plena apoteosis de los que pretendían reescribir la historia de Cuba al calor del Materialismo Histórico de Marx. A propósito, reeditar ese libro puede haber satisfecho una demanda -la rehabilitación-, pero también chocar con la tendencia semioficialista de la historiografía que se escribe en el país. En momentos en que, si bien no con el idealismo que acostumbraban los historiadores de la etapa republicana, se exaltan a figuras como Varela, Saco, Luz, Delmonte y otras a las que se consideran padres fundadores de nuestra nacionalidad, resulta contrastante toparse con un criterio como el siguiente: “Figuras oscuras, esclavistas de la peor especie, como Arango y Parreño; esclavistas atormentados como José Antonio Saco y Luz Caballero, enemigos de las revoluciones y de la convivencia democrática, todos ideólogos reaccionarios del siglo XIX, han sido falsamente elevados a la categoría de dioses nacionales por los historiadores, profesores y políticos burgueses”. (17)

Tal vez esa sea la razón por la que la reedición del texto de Carbonell haya circulado escasamente en el país. No obstante, comoquiera que el reto a la historia oficial ocurre desde posiciones revolucionarias (marxistas), el autor recibió ciertos homenajes. En cambio, si Alexis Jardines, por ejemplo, afirma desde posiciones no marxistas -parecido a lo que en otros contextos realizan Rafael Rojas, Emilio Ichikawa y otros- que “la vertiente Caballero-Varela-Luz-Varona no representa filosofía cubana, sino filosofía en Cuba. Es tan solo receptiva y no creativa. La verdadera filosofía cubana surge en los años cuarenta del período republicano”,(18) entonces dicen de él que intenta desmontar el siglo XIX cubano y dejarnos sin historia. Nada, que cada vez me adscribo más a una opinión atribuida al trovador Silvio Rodríguez: “En Cuba lo importante no es qué se dijo, sino quién lo dijo”.

De forma paralela a este giro en lo tocante a la cuestión racial, los últimos tiempos han sido testigos de nuevas acciones encaminadas a reconocer los derechos de las personas con una orientación sexual diferente, aunque todavía subsistan algunas insatisfacciones al respecto. Hay quienes plantean que ahora, a diferencia del pasado, no se reprime la condición de homosexual, sino su manifestación pública. Argumentan, por ejemplo, las dificultades que hallan los travestis y transexuales para trabajar e integrarse a la sociedad. Empero, destacan las Jornadas de Arte Homoerótico, que bajo el auspicio de la Asociación Hermanos Saíz, se efectuaron en el centro cultural La Madriguera, en la ciudad de La Habana, durante los años 1998 al 2000. Mas lo que podríamos considerar como el punto culminante en esta atmósfera de distensión sucedió el 17 de mayo de 2008, fecha en la que se celebró por primera vez en Cuba el Día Mundial de la Lucha contra la Homofobia.

Sin embargo, es notoria la escasa cobertura informativa que en los medios de difusión oficialistas reciben las reclamaciones de la Iglesia en pos de recuperar el pleno rol que debe de corresponderle en la sociedad. En su homilía del 1ro de enero de 2009 con motivo de la celebración de la Jornada por la Paz, el cardenal Jaime Ortega expresó que la Iglesia no se contentaba solo con eventuales transmisiones radiales o televisivas, sino que debía poseer espacios sistemáticos en la prensa, la radio y la televisión nacionales.(19) Asimismo, el doctor Gustavo Andújar, al referirse al proceso de invisibilización de la Iglesia que continúa activo en los medios de difusión, ha manifestado: “Semejante práctica tenía sentido en la época del ateísmo institucionalizado, cuando las enseñanzas de la Iglesia se definían oficialmente como dañinas a los intereses de la población, pero después de la reforma constitucional de 1992 resulta un anacronismo absurdo”. (20)

Aquí cabría preguntarse el porqué de este doble rasero en el tratamiento de las exclusiones por parte del aparato de poder. Por una parte los gobernantes reconocen los resquicios de marginaciones que aún restan en los acápites de lo racial y lo sexual, y por la otra casi se silencia lo que falta por lograrse en materia de fe. Ah, claro, sucede que las exigencias de negros y homosexuales no comprometen el control político-ideológico que el Poder ejerce sobre la sociedad, mientras que las reclamaciones de la Iglesia -además de la antes mencionada, resalta la restauración de los colegios religiosos- sí podrían crear fisuras en el referido dominio. No hay que olvidar que en una conversación sostenida con el escritor español Manuel Vázquez Montalbán, el ministro de Cultura, Abel Prieto, declaró que las aperturas en los campos de la información y la educación serían las últimas que haría el socialismo cubano. (21)

Y he ahí, precisamente, el último tipo de exclusión que queremos tratar. No por ser la postrera va a resultar la menos significativa; al contrario, su trascendencia radica en el hecho de que no ha menguado a lo largo de todo el período revolucionario, a pesar de que nunca ha sido reconocida como tal por el aparato de poder: la marginación político-ideológica. Porque en los días que corren es muy difícil que a alguien se le niegue explícitamente el acceso a una corporación por ser homosexual, negro o creyente. Pero si el comité de defensa de la Revolución de su cuadra, o el centro de trabajo anterior, dan fe de que el aspirante no simpatiza con el sistema político de la isla, es casi seguro que le manifiesten por lo claro que esa corporación no es para él (o ella).

Y no me refiero a la imposibilidad que afrontan las personas con un credo político diferente para disputarle de manera legal el poder a las autoridades mediante la creación de otros partidos políticos o sindicatos independientes -acciones que, de realizarse de un modo pacífico, no habría por qué execrarlas-, sino a la simple apatía que un ciudadano pueda exhibir hacia las actividades o movilizaciones de la Revolución, o la negativa de una persona a pertenecer a cualesquiera de las organizaciones de masas que apuntalan el sistema político vigente. Todo más o menos en el marco de una reflexión del periodista católico Orlando Márquez publicada no hace mucho: “El reconocimiento de los derechos sociales y políticos de quienes piensan de modo distinto- aunque fuesen minoría- ha sido una carencia y una debilidad ética del proyecto socialista cubano, que solo ha tenido para tal reto dos propuestas siempre controvertibles y nada justas: el castigo o el exilio”. (22) A lo que podríamos agregar la que nos convoca, no por más benevolente menos dañina: el confinamiento social.

Si tomamos en cuenta la ubicuidad del Estado cubano, es comprensible que muchas personas simulen con el objetivo de obtener buenos empleos, los más cotizados centros de estudio, o sencillamente abrirse paso en la sociedad. De lo contrario es muy probable que permanezcan como ciudadanos de segunda categoría con precarias posibilidades de promoción laboral, superación profesional, y mucho menos pensar en becas o viajes al exterior. A medida que esa simulación va copando actitudes, su daño sobre el tejido social de la nación aumenta, pues no solo afecta el presente, sino que además compromete sobremanera el futuro. Y entre toda la madeja de interrelaciones que una marginación semejante enhebra en la vida de la isla, resalta, por tratarse del sitio donde se forman las generaciones que mañana dirigirán los destinos de la patria, el accionar en nuestras universidades.

La Universidad ha sido siempre objeto de celo por parte de la élite del poder revolucionario. Ya en los años setenta los denominados “procesos de profundización de la conciencia” dejaron fuera de las aulas a muchos estudiantes que no encuadraban en los marcos del proyecto socio-político prevaleciente. Desde entonces quedó claro que la Universidad era solo para los revolucionarios. ¿Qué opción restaba, pues, para aquellos estudiantes no adeptos a la Revolución y que anhelaban cursar estudios superiores? Solo una: la mentira, la simulación, o la doble moral, ese calificativo tan recurrente que define como ningún otro la escasez ética del quehacer nacional. Las universidades cubanas, lamentablemente, además de instruir en las ciencias, las artes, las humanidades, la tecnología y las ciencias sociales, entre otras ramas del saber, enseñan también a buena parte de los educandos a cómo comportarse de una manera diferente al modo en que se piensa. Son auténticas fábricas de personas con doble moral.

En el resumen del curso escolar 2008-2009 en el Ministerio de Educación Superior, el entonces primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, Julio Martínez, expresó: “En la Universidad no tienen espacio aquellos que no son revolucionarios -ni estudiantes ni profesores-, y que son las fuerzas políticas las que tienen la autoridad para hacerlos salir de ese espacio que no merecen”.(23) Ni la nueva dirección de la organización juvenil, ni lo acuerdos de su último IV Congreso se han pronunciado en otro sentido sobre este tema. Conserva plena actualidad la sentencia que indica quiénes deben de ser los futuros profesionales del país.

En estos tiempos se habla y se discute mucho acerca de la pérdida de valores entre nuestra juventud. Destacadas figuras de nuestro mundo intelectual discurren en torno a tan sensible asunto. Unos aducen que el fenómeno se debe a la violación continuada del principio de distribución socialista (de cada cual según su capacidad, y a cada cual según su trabajo). Otros plantean que se trata de una secuela de la corrupción y el oportunismo de dirigentes “sembrados”, lo que lleva a que la gente, con tal de imitarlos, simule para ostentar un cargo y así vivir mejor; y no faltan los que insisten en que se ha recargado mucho el trabajo mediante arengas y consignas, y no a través de una verdadera faena educativa que forme dichos valores. En cualquiera de las variantes que se acepten, es difícil no asociar dicha pérdida con el desorden emocional que han de experimentar muchos de nuestros jóvenes en un momento decisivo para el futuro de sus vidas. Ahí se extravía un valor esencial: el valor de aprender a actuar y expresarse como realmente dicta su fuero interior.

Si alguna luz se atisba en el horizonte que pudiese mitigar este tipo de marginación, vendría dada como una secuela del sendero económico que el Poder ha debido recorrer últimamente. Parece muy probable que cuando cientos o miles de personas dispongan de una ocupación laboral al margen del Estado, y por tanto no precisen de simular una adhesión ideológica en caso de no simpatizar realmente con el sistema socialista, algo estará cambiando en la isla, no solo en lo económico, sino también en otras esferas de la sociedad. Y entre ellas, por supuesto, lo referido al terreno político-ideológico.

De todas maneras, la batalla que tenemos por delante en pos de acceder a un mejor hogar nacional no puede centrarse aisladamente en alguno de los obstáculos que un individuo o grupo de personas hallen en su camino. Está muy bien que los homosexuales, los creyentes, y los negros y mestizos luchen por sus derechos. Pero todos han de imbuirse con la convicción de que solo cuando se eliminen todas las exclusiones estaremos en vías de construir la patria que soñamos. Porque si nos convertimos en apóstoles de la lucha en contra de una sola de las exclusiones, e imaginamos que al obtener nuestra demanda habremos conquistado la Cuba que todos necesitamos, tal vez, aun sin proponérnoslo, le estemos haciendo el juego al Poder. Y en ese contexto la batalla contra la discriminación político-ideológica requiere de una puja adicional, ya que sobre ella la sociedad cubana ha mantenido un inveterado inmovilismo.



Fuentes

(1) Betto, Frei. Fidel y la religión. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 1985.

(2) (Idem.)

(3) Soto Mayedo, Isabel. “La Iglesia Católica en el epicentro de las transformaciones” en Marxismo y Revolución. Editorial de Ciencias Sociales. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana, Juan Marinello. La Habana, 2006

(4) Suárez, Raúl. Cuando pasares por las aguas. Editorial Caminos. La Habana, 2007

(5) Portuondo Linares, Serafín. Los independientesde color (2da. Edición) Editorial Caminos. La Habana, 2002

(6) Fowler, Víctor. “Contra el argumento racista”, en página web de Cubaliteraria, 21 de enero de 2009

(7) Sierra Madero, Abel. Del otro lado del espejo (la sexualidad en la construcción de la nación cubana). Fondo Editorial Casa de las Américas, 2006

(8) Cabrera Infante, Guillermo. Vidas para leerlas. Grupo Santillana de Ediciones S.A. Madrid, 1998

(9) Periódico Granma, 7 de mayo de 1971

(10) Declaración del Secretariado de la UNEAC, en periódico Granma, 18 de enero de 2007

(11) Mensajes de Desiderio Navarro, Revista Digital Consenso

(12) Mensajes de Jorge Luis Arcos, Revista Digital Consenso

(13) Betto, Frei. (Obra citada)

(14) Pita Astudillo, Félix. “Los ilustrísimos once, el amor a Caifás y la restauración colonial”, en periódico Granma, 30 de septiembre de 1993

(15) Barredo, Lázaro. “El amor todo lo espera… siempre que no venga de Caín”, en periódico Trabajadores, 20 de septiembre de 1993

(16) Vitier, Cintio. “Observaciones al mensaje de los obispos”, en periódico Granma, 22 de septiembre de 1993

(17) Carbonell, Walterio. Cómo surgió la cultura nacional. Ediciones Bachiller. Biblioteca Nacional “José Martí”. La Habana, 2005

(18) Jardines, Alexis. Filosofía cubana in nuce. Editorial Colibrí. Madrid, 2005

(19) Ortega, Jaime. “Homilía por la celebración de la Jornada por la Paz”, en Palabra Nueva no. 181, enero de 2009

(20) “Iglesia y sociedad en Cuba a los 15 años de El amor todo lo espera”, en Espacio Laical, año 4, no. 4, octubre-diciembre de 2008

(21) Vázquez Montalbán, Manuel. Y Dios entró en La Habana. Grupo Santillana de Ediciones S.A. Madrid, 1998

(22) Márquez, Orlando. “Las relaciones exteriores y las demandas de una nueva era”, en Espacio Laical, año 5, no. 1, enero-marzo de 2009

Periódico Juventud Rebelde. Viernes 24 de julio