"Nota desde la Prision"Lo que dice Juan Luis Rodriguez Desdin(Akiro)Por Luis Felipe Rojas.

martes, 26 de octubre de 2010

 
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Debido al ángulo privilegiado para la información que tiene el preso político Akiro puede de vez en vez ofrecernos más luz sobre el mundo carcelario. Lo cito a él:
“El día 14 de octubre medio centenar de reclusos vimos cómo otros presos que trabajan en el pantry del penal de la Prisión Provincial de Holguín entregaban arroz, sacado de las cazuelas para nosotros y se las entregaban a los funcionarios de orden interior para alimentar a sus cerdos”. He visto bolsas de hasta diez libras de arroz o de picadillo de carne y vegetales ir a parar a manos de los funcionarios en el turno de jefe de grupo llamado Polanco (el mismo que dirigió la última golpiza a Orlando Zapata antes de llevarlo a Kilo 8 en Camaguey) le llevaban productos al llavero conocido como El Pinto”. Bolsas, tanquetas plásticas y otros envases salen llenos de alimentos que pudieran alimentar a los presos o que van al comedor cada día pero son llevados hasta las afueras del penal, y desde allí hasta la casa de los guardias para engordar cerdos”.
“Según tengo entendido el mismo esbirro apellidado Polanco sugiere directamente a los pantristas el recorte de alimentos. Esto casi nunca lo encontramos entre las denuncias que se hacen. La gente acostumbrada al hambre en la calle piensa que esta no es una violación de los derechos humanos”.
En esta ocasión no es la golpiza, ni la denegación de atención médica que desde la cárcel solicitan los presos enfermos. Akiro ha centrado su lupa en eso que por generalizado ya pensamos que es definitivo.
Así también ocurre en las empresas, los restaurantes, jardines de la infancia. Hace apenas unos años una amiga mía lloraba a cada rato pues el gerente nocturno del hotel ‘Delta Las Brisas’ en el polo turístico de Gualdalavaca no dejaba que los trabajadores se llevaran una sola onza de helados a sus hijos. No podían ponerlo a congelar en ningún lado porque aquel perro olfateador lo encontraba todo. Entonces el ingenio del cubano siempre en avance los llevó a envasar el helado en bolsas de nylon y sacarlo herméticamente cerrado pero dentro de las bolsas de desperdicios destinados a los cerdos. Luego, cuando ya estaban fuera del control los recogían y llevaban a su casa. No lo hacían todos los días, sólo una vez a la semana nada más, pero luego el juego se hizo con el aceite de oliva el salchichón y la aceituna. Todo por el caño del tragante.
Ahora no dudo que estos militares lo estén haciendo por necesidad pero a la inversa, como un Robin Hood sin moral ni líneas éticas que roba a los más necesitados.

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