sábado, 27 de marzo de 2010
(Foto cortesia de Jose Alberto Alvarez Bravo,Periodista Independiente)
Al cabo de más de cincuenta años, quedó claro para todos que la tiranía militar totalitaria castrista se abroqueló en la falsedad. Terminaron casados con la mentira y obligados a vivir con ella. La verdad se ocultó en lo profundo del corazón de los cubanos, hasta que un día salió de sus escondites. Hoy esta verdad engrandecida es repetida en voz baja en un eco colectivo de crescendo interminable.
Una de las últimas emisiones del estelar televisivo Mesa Redonda, específicamente la dedicada a las Damas de Blanco, consiguió desnudar, (sin duda razonable alguna) la catadura moral, tanto de realizadores como de participantes.
Enrique Ubieta (la hiena de la Calle del Medio) y Reinaldo Taladrid, descendieron todos los escalones de la infamia. El primero, trató inútilmente de denigrar la memoria de Orlando Zapata Tamayo, el segundo, a las Damas de Blanco.
De Ubieta es poco lo que hay que decir. Comenzó su ascenso en los medios oficiales y cada quien trepa o repta como puede.
En relación con Taladrid, digamos que resulta muy difícil encontrar en Cuba a un hombre dispuesto a hablar mal o calumniar a una mujer. Eso no lo haría ni el más envilecido de los segurosos, a fin de cuentas, ellos también son hombres. Están unidos al pueblo que oprimen por valores compartidos y estos son sagrados: a una mujer, ni con el pétalo de una rosa. En fin, Taladrid ya escogió su estilo de ser diferente.
De esta emisión, puede concluirse que logró una combinación muy especial: un trepador y un desalmado. El resto lo conformó el mismo elenco de sinvergüenzas de costumbre.
Este patético desenlace de reunir a un grupo de voceros oficiales para repetir mentiras en las que nadie cree, es sintomático. La tiranía militar totalitaria castrista se casó con la mentira y se obligó a vivir con ella. La buena noticia es que la verdad, una vez despierta, jamás vuelve a dormirse.
Comenzó el conteo regresivo para el régimen. La duración de este, depende de todos los cubanos. De nuestra integridad y de nuestra firmeza.
Editorial de Primavera Digital
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