martes, 23 de marzo de 2010
(www.miscelaneasdecuba.net).- Ciudad de la Habana, 21 de marzo de 2010. Año último de la dictadura castrista.- Se dice que todo organismo tiene dentro de sí el germen de su propia destrucción, y sin lugar a dudas el surgimiento de esas valerosas Damas cubanas, fue la respuesta desesperada a la tremenda indefensión en que se encuentra sumergido el pueblo cubano, ante una dictadura asesina, cruel, cobarde y ruin, que pisotea flagrantemente todos los derechos y las libertades de los ciudadanos de esta nación.
Las redadas tremendas de marzo de 2003 hicieron recordar la época de los alzamientos masivos contra la tiranía de los Castro, en cuanta colina de Cuba que estuviera cubierta de monte lo hiciera posible. Y con ello, la consabida respuesta brutal que le dio el régimen, con las batidas colosales, fusilamientos masivos y torturas espeluznantes. Crímenes tales, que hicieron palidecer, sin exageración, a la propia dictadura de Batista.
No pocos pensaron que sería lo mismo que en los años sesentas y setentas y hasta uno de los hermanos Ferrer, el titulado Fiscal de la causa, le pidió la pena capital. Las condenas descomunales a personas que sólo realizaban labores pacíficas, dieron la medida de la más absoluta desesperanza para sus familiares.
Esto provocó ese grito inmenso, salido del corazón y del alma misma, de esas Madres, Esposas, Hijas, Hermanas, etc.; ese clamor enloquecido, fue el que parió a las Damas de Blanco y su progenitor indiscutible y sin lugar a dudas fue la abyecta dictadura de Fidel Castro.
Ellos los encarcelaron, los “Enterraron Vivos”, los sepultaron, profundamente en las mazmorras asquerosas de la tiranía castrista. Pero lo cierto es que se cumplió aquello de que la verdad, aun desde el fondo de una cueva, se hace luz. Hoy las Damas de Blanco son el resplandor intenso, que deslumbra y ciega a los dictadores y a su dictadura.
Las Damas, tienen un pueblo para sí.
En esta semana, en la que se han cumplido siete años de aquellas redadas de la Primavera Negra de 2003, ocurrieron acontecimientos increíbles. En estos siete días, por los siete años de aquella traición, nuestras heroínas fueron reprimidas, brutalmente. Aún varias de ellas están convalecientes, pero cada día se sumaron más y más en su apoyo, no se amilanaron, no dieron ni un solo paso atrás.
Nunca participé al lado de ellas, porque no quería comprometerlas en cuestiones políticas, pero el inmenso dolor de saberlas a merced de los esbirros y de sus hordas de porristas, me quitó el complejo. Me dije, si intervienen los porristas, tenemos derecho a participar también; seremos la contra voz o el contra silencio, pero marcharemos de este modo.
Sin querer la dictadura nos está abriendo un espacio para protestar. Quien nos iba a decir que una tiranía que asalta nuestras reuniones de unos pocos, nos permitiría recorrer las calles de La Habana y ahora protegidos por la Policía y nos concediera el derecho a protestar por toda la ciudad. Eso señoras y señores, es todo un logro.
Claro, la policía protege a las Damas de las turbas que ellos mismos movilizan para la gritería, la amenaza y el acoso y también es cierto que ellos mismos, los militares, fueron los que las golpearon el miércoles 17 de marzo en Párraga. Ciertamente los vio el mundo entero, pero hoy tratan de enmendarlo. Ahora ellos pueden gritar con libertad ¡Viva Fidel! y nosotros amigablemente, podemos exclamar, ¡Abajo Fidel! En las mismas manifestaciones, que bien.
El viernes, en la Iglesia de la Caridad los feligreses se negaron a marcharse, antes de que marcharan ellas y al desfilar en su salida las Damas recibieron palabras de apoyo y de amor de los presentes: Estamos con ustedes, sigan luchando, las queremos, admiramos su valentía, etc., etc., mientras en las afueras se escuchaban los gritos ensordecedores de los fariseos.
Al salir, mucha gente de la iglesia, se sumó al acompañamiento de las Damas, casi como si fuera una Procesión de la Virgen de la Caridad en el día de San José. A mi flanco, un acólito gritón de la dictadura, se desgañitaba y apenas tenía coro, los esbirros y porristas no estaban en mayoría.
Han sido días maravillosos, los mismos dictadores le han hecho una grande propaganda a esas valientes mujeres, que hoy por hoy, son el tema más común de las conversaciones en toda la Ciudad de la Habana y también fuera de ella.
Ahora tenemos que unirnos, todos a su alrededor. Hoy son ellas las abanderadas de nuestras luchas, por la libertad de todos los Presos Políticos y por el respeto de todos los derechos humanos. Ellas son las verdaderas Marianas Grajales, de nuestra época, las que tomaron las calles. Las calles son de las Damas de Blanco; no son de Fidel pues, Fidel Castro, nunca ha tenido valor de caminar por las calles y las pocas veces que lo ha hecho, en pequeños tramos, ha sido rodeado de cientos de sus esbirros, lleno de miedo y cobardía.
No, las calles son de esas mujeres valientes, que las han ganado, metro a metro, aun enfrentándose a la tremenda hostilidad, de las hordas de sicarios del régimen y de porristas acólitos, violentos, cobardes y abusadores. Nos han dado a todos una gran lección.
¡Vivan nuestras bellas, valientes y heroicas Damas De Blanco
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