"Libro de condolencias Una semana Despues"Por Jose Alberto Alvares Bravo,Periodista Independiente.

jueves, 4 de marzo de 2010

 
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A solo una semana de la apertura del Libro de Condolencias, -en el que se recoge el sentimiento de dolor ante la irreparable pérdida de nuestro hermano de luchas Orlando Zapata Tamayo- centenares de personas han estampado sus firmas en el histórico documento.

Es preciso tener en cuenta que muchas personas han sido detenidas por la policía política para impedir su acceso a la vivienda de Laura Pollán, donde se encuentra ubicado el documento. Los firmantes serian una representación de la sociedad civil cubana, convocada a la acción mancomunada por tan dramático suceso.

Las autoridades cubanas, en eventos de semejante signo, apelan a métodos coercitivos en los centros de estudio y trabajo, castrándolos de la legitimidad que solo confieren la voluntariedad, la espontaneidad, del actuar de los seres humanos.

Contrariamente a lo que plantean los testaferros de la dictadura castrista, la sociedad civil cubana lamenta el trágico desenlace de la protesta de Orlando. Prueba de ello, son las múltiples gestiones hechas ante otro hermano, Guillermo Fariñas, para que deponga su decisión de ayunar hasta la muerte, en reclamo de la excarcelación de 28 presos políticos en precario estado de salud.

El asesinato de Orlando Zapata Tamayo, -negro, humilde, y nacido nueve años después del arribo de los Castro al poder- demuestra el odio y el desprecio de la gerontocracia por las minorías marginables: disidentes, intelectuales y artistas insumisos, homosexuales, prostitutas, emigrantes, migrantes del “interior” y cuanto se aparte de la masa manejable. En fin, lo que a la postre viene a conformar la verdadera dimensión de pueblo.

Los despreciables plumíferos al servicio de la dictadura han carecido hasta del mas mínimo compromiso con la verdad objetiva, ocultando la auténtica e incontrovertible existencia del Libro, que es expresión del sublime sentimiento de reverente respeto a la memoria del héroe inmolado por su propia determinación, en aras de contribuir con su sangre generosa a la edificación de una patria nueva, libre del flagelo de las exclusiones discriminatorias.

Quiera Dios que este sea el último Libro de Condolencias que sea necesario abrir en nuestra atormentada patria, para entonces decirle: ¡Orlando, tu sacrificio no ha sido en vano!.

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