Después de la extraña “deportación” de Carlos Serpa de Isla de Pinos –su lugar de residencia oficial- a Ciudad de La Habana, volvimos a cubrir juntos la habitual actividad de las Damas de Blanco este domingo 7 de marzo de 2010.
Esta nueva edición de la Marcha por la Dignidad estuvo matizada con un hecho trascendente: la presencia de Reina Luisa Tamayo en Santa Rita de Casia, después de la inmolación de nuestro heroico hermano Orlando Zapata Tamayo.
El valor espartano de Orlando, su férrea determinación y su singular lealtad a los principios por los que se enfrentó a la dinastía Castro, han convertido a Reina en un paradigma de la abnegación, de la capacidad sobrehumana de soportar el lento aniquilamiento del amado fruto de su vientre; en una verdadera santa del amor a la libertad de la nación cubana.
Haber conocido en detalles todo el suplicio a que sometieron a Orlando sus sádicos verdugos, mas la certeza premonitoria del fatal desenlace, convirtieron la vida de Reina en un auténtico calvario. Fuimos testigos de su inconsolable llanto, durante horas, luego del acoso de las turbas fascistoides el pasado 10 de diciembre: días después, su hijo se inmolaría por los mismos que vituperaban a esta humilde y valerosa madre cubana.
Un hecho que ayuda a constatar la inmoralidad del gobierno castrista ocurrió durante la Marcha de ayer: un viejo reaccionario, conduciendo un brillante Lada, -que solo disfrutan los amamantados de la dictadura- disminuyó la velocidad y gritó a las Damas: ¡vendepatrias, viva Fidel! Solo nuestra convicción de la necesidad de ignorar las provocaciones nos permitió ahogar en nuestras gargantas un merecido ¡Maricooooooon!. La tiranía le arrebata su hijo, y los abyectos testaferros intentan mancillar a la heroica madre.
¡Gloria eterna a nuestro inmortal Orlando!
113dominexaudi932@gmail.com
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