LA POLÉMICA ARIZONA.Por Adolfo Rivero Caro.

miércoles, 19 de mayo de 2010

 
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Adolfo Rivero Caro.(foto archivo)


Pocas veces se ha visto tal despliegue de demagogia y politiquería como la provocada por la nueva ley de inmigrantes en Arizona. Se han repetido mentiras, a diestra y siniestra. Sin absolutamente ningún pudor, una comentarista de TV llegó a lamentar ¡que se fueran a deportar a todos los bebitos! ¿Qué confianza pueden inspirar estos medios de comunicación?

El partidismo de nuestra prensa liberal es lamentable. ¿Se consideran mis lectores bien informados sobre las razones que llevaron a la promulgación de esta ley? ¿Cuántos argumentos han visto en su defensa? Y ciertamente tiene que haberlos, y bien convincentes, porque de otra forma sería imposible comprender por qué tiene tanto apoyo no sólo en Arizona sino en todo el país. Según varias encuestas, más del 60 por ciento de los americanos la apoya. No sólo cuenta con la simpatía de la mayoría de los republicanos y de los independientes sino que casi el 50 por ciento de los demócratas la apoyaría en sus propios estados. En Arizona, la ley tiene el apoyo de la inmensa mayoría. ¿Cómo es posible entonces querer pasar por sobre la voluntad popular? ¿Acaso nuestras leyes deben reflejar la opinión de un grupo de sabios y no la opinión de la mayoría?

La gobernadora y la legislatura de Arizona se han visto prácticamente obligados a confeccionar esta ley debido a la increíble ola de violencia que azota al estado. Las pandillas mexicanas de la droga han estado campeando por sus respetos en Arizona. ¿Qué hacer ante esta situación? La primera obligación de cualquier gobierno es proteger a sus ciudadanos. En Arizona la frontera es una verdadera zona de guerra. La mayoría de las personas a lo largo de la frontera está armadas. El nivel de violencia es enorme. En un ejemplo particularmente brutal, bandas rivales de contrabandistas de inmigrantes se enfrentaron a tiros a lo largo de la Interestatal 10 en el sur de Arizona. Los padres no dejan que sus hijos jueguen en los patios a no ser que estén con ellos... y armados. Los perros son habitualmente envenenados. Ciertos caminos son demasiado peligrosos para manejar por la noche. En la Reservación India de Tohono O'odham, los líderes tribales estiman que los cruces ilegales de la frontera dejan detrás 6 toneladas de basura diarias, por no mencionar las toneladas de marihuana que se han confiscado.

Según J. D. Hayworth, representante por Arizona, el número de americanos muertos por inmigrantes ilegales desde el 9/11 es mayor que el número de americanos muertos en Irak y probablemente mayor, que los muertos en el mismo 9/11. Por no hablar del peligro de que los terroristas puedan introducir un arma de destrucción masiva a través de la frontera.

A Arizona le cuesta $750 millones educar a los hijos de inmigrantes ilegales y $400 millones la atención médica no reembolsada. Dos tercios de los que no tienen seguro médico son inmigrante ilegales. La Federación por la Reforma de la Inmigración Americana estima que la inmigración ilegal le cuesta a cada ciudadano de Arizona casi $700 anuales, un impuesto oculto para subsidiar a los inmigrantes ilegales y a los que los contratan.

Muchos han llegado a quejarse de que Arizona se esté convirtiendo en un estado totalitario porque haya que tener una identificación cuando la policía la demande. Esto es absurdo. Todo el mundo sabe que no sólo para poder manejar sino para realizar cualquier transacción bancaria u oficial hay que presentar la licencia de conducción o dar el número de Seguridad Social. Que un extranjero tenga que tener su documentación en regla es una ley federal que tiene 70 años de existencia. Ningún policía puede detener a nadie simplemente para pedirle su status migratorio. Solamente puede hacerlo si ha detenido a alguien por otra razón justificada. Esta ley no tiene nada que ver con ninguna raza. La ley prohíbe expresamente utilizar cualquier perfil racial. Tiene que ver con la seguridad nacional, la economía, el imperio de la ley y la asimilación.

La conducta de Felipe Calderón, el presidente de México, ha sido bochornosa. Ser un inmigrante ilegal en México significa un año de cárcel. Y para los reincidentes, hasta diez. ¿Con qué derecho insulta a los gobernantes de Arizona? Obviamente, le interesa mucho el status quo. México recibe $17,000 millones anuales en remesas de los obreros que trabajan en EEUU, más de lo que gana por turismo o en inversiones extranjeras. Mientras Estados Unidos siga siendo su válvula de escape, el gobierno mexicano jamás emprenderá las urgentes reformas que necesita para poder satisfacer las necesidades de su población.

Ningún país del mundo ha tenido una política tan generosa hacia la inmigración como Estados Unidos. Ha sido tan generosa que ha provocado graves confusiones. Estados Unidos es una nación, como cualquier otra, con un carácter y una personalidad propia. Sus pobladores originarios y sus Padres Fundadores eran británicos y modelaron sus instituciones según el modelo británico, el más avanzado del mundo. Muchos insisten, sin embargo, en que es simplemente ``un país de inmigrantes'', sin personalidad ni idioma realmente propios. Esto es absurdo e inaceptable. Esta es una situación particularmente agravada por la moda del ``multiculturalismo''. Increíblemente, a los inmigrantes no se les llama a integrarse a la nación, la gran ambición histórica de anteriores generaciones, sino a mantener su vieja identidad (``sus raíces''). ¿Qué puede significar esto para Estados Unidos? ¿La balcanización del país? ¿Su desintegración cultural? El pueblo americano no lo va a permitir, y con razón.

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